viernes, 24 de enero de 2014

Capítulo 8.

- Te lo juro, ¡no es mío! - Me grita sin dejar de reír mientras señala a uno de sus segways. Tiene 4, para mi sorpresa, y uno de ellos es azul pastel por fuera y rosa por dentro.
- Austin, todos estos son tuyos, el rosa también, admite que eres gay de una vez. - Le digo pasando mis dedos por los manillares de todos los aparatos sin dejar de carcajear ni un segundo. - Pero eh, que no te voy a hacer bullying por eso.
- Podría chasquear los dedos y en media hora estarías en un avión de vuelta a Texas, lo sabes, ¿verdad? - Dice bromeando.
- O podrías callarte y enseñarme a manejar este chisme. - Señalo el segway rosa.
- ¿Y si no? - Me contesta él divertido.
- Bueno, si no, siempre puedo empujarte a la piscina. El agua tiene pinta de estar fría. - Carcajeo señalando la enorme piscina del hotel que tenemos delante nuestra. Es una piscina sólo para la suit de Austin, con lo cual estamos solos. Al contrario de lo que pensé que podría pasar, no me siento incómoda. Al revés. Es como si estuviera bromeando con un amigo de toda la vida.
- Sube al "chisme". - Dice él haciendo comillas con los dedos, imitando mis palabras de hace unos segundos. Hago lo que me dice y agarro el manillar con fuerza.
- Vale, tienes que darle al acelerador muy poquito a poco, es como una moto, si le das muy de golpe puedes salir dispara... - No le da tiempo a acabar, he hecho caso omiso de sus indicaciones y, sin querer, he salido disparada hacia delante, en dirección directa a un muro de hormigón que separa la piscina de la habitación. Austin corre detrás de mí. No sé dónde está el freno. Giro bruscamente para no matarme contra la pared y ahora tengo un rumbo casi peor, la piscina. Antes de que pueda reaccionar, mover algún dedo siquiera, Austin corre tras de mí y envuelve sus brazos alrededor de mi cintura para intentar frenarme y que no acabe hundida en el fondo de la piscina con el segway. Funciona, porque, al notar el contacto de sus brazos en mi tripa, suelto de un golpe el manillar, pegando un rápido frenazo. Ambos nos quedamos parados unos segundos, recuperándonos del susto, completamente quietos. Y él está agarrado a mí. Le oigo jadear en mi oído después de la carrera que se acaba de dar. Trago saliva. Él debe de darse cuenta de la situación incómoda en la que nos hemos metido de repente y me suelta carraspeando la garganta. Él no me ve, pero inconscientemente he esbozado una sonrisa. Eh, stop. ¿Qué estás haciendo Paige? Sois amigos, fin de la cuestión.
- Te dije que suavemente. - Me recuerda él riendo, quitándole hierro al asunto.
- Perdón. - Le digo y los dos nos miramos fijamente unos segundos antes de empezar a partirnos de la risa de la que casi lío.

|| Narra Austin ||
Tras un rato intentando solucionar el problema de aceleración de Paige (en el césped, nada de piscinas), hemos conseguido acabar con ello y hemos salido del hotel.
- ¿No te pones una camiseta? - Me pregunta mientras cruzamos la calle para llegar al paseo de la playa.
- ¿Celosa? - Le digo divertido guiñándole un ojo.
- Ya te gustaría. - Me contesta y acelera adelantándome con su segway y colocándose unos 3 metros por delante.
- ¡Hey! ¡Espera! - Le digo y acelero yo también para ponerme a su lado. La gente nos mira, muchas de las chicas que me he cruzado seguro que me han reconocido. Vuelvo a ponerme a la altura de Paige y suelta una risita mientras mira a unas chicas que nos piden desesperadamente que frenemos. Fans, seguramente. Las quiero, las quiero mucho, pero ahora mismo precisamente estoy empezando a llevarme del todo bien con Paige. No quiero ahora interrumpir este momento. Pero no me queda otra. La última vez que fui desagradable con ellas acabé en lo que se suponía que iba a ser un infierno. Aunque, a estas alturas, no sé si estoy jodido por haber ido obligado a Barstow, o si, por el contrario, me lo estoy pasando bien con los chicos. Y me decantaría más por la segunda.

|| Narra Paige ||
Paramos el segway y Austin baja sonriendo ampliamente.
"¿Podemos hacernos una foto contigo? ¿Te puedo abrazar? ¡Te quiero! ¡Sígueme en Twitter por favor! ¿Cuándo darás tu próximo concierto? ¡Austin te amo!" Y así durante un largo rato en el que Austin se echa fotos con todas y cada una de ellas. Mientras firma camisetas y sonríe a sus fans, pienso en lo que le llevó a Barstow. Se supone que su actitud con sus fans, aunque yo no lo veo. Siempre es super amable con ellas, siempre se acuerda de poner en Twitter lo mucho que las quiere. Y entonces, pienso que debió de ser una presión muy fuerte la de aquel día para que Austin le pegara un berrido a una de sus fans. Esa es otra de las cosas que añado en mi lista de preguntas para él, para el día en el que tenga el valor de preguntarle sobre su vida.
Austin termina con las chicas, las cuales están abrazándose entre sí, llevándose una increíble sensación. Si me pongo en su lugar, es como si me encontrara a Selena por la calle. Sería demasiado irreal. Esas cosas no me pasan a mí.
Austin y yo avanzamos por el paseo con nuestros segways hablando de cualquier cosa, riendo, bromeando. Ahora sí siento que podemos ser amigos, que podemos llevarnos bien.
- ¿Quiénes son Zach y Robert? - Le pregunto en un momento dado de la conversación. Sonríe.
- ¿Has oído hablar de Foolish 4? - Me pregunta en contestación. Niego con la cabeza.
- Así nos llaman las fans. Alex, Robert, Zach y yo somos un grupo de cuatro, somos prácticamente inseparables. Por eso nos llaman así. - Sonríe satisfecho.
- Y, sin son tan amigos tuyos, ¿por qué no vinieron a Barstow con AC? - Pregunto curiosa.
- Bueno, a ninguno de los dos les hacía mucha gracia eso de irse a una granja. - Suelta una carcajada. Le miro con mala cara, haciendo que ría bastante alto.
- No me mires así, mira, ven, métete por aquí. - Me dice bajando con el segway por una cuesta que lleva a la arena. No estoy muy segura de lo que hago pero le sigo.
Sigo a Austin por el caminito de madera que avanza hacia el centro de la playa. Ahora si noto las miradas sobre nosotros, y ya no es precisamente por quién es él, si no porque ¿desde cuándo se ven a dos chavales en segway por la arena de la playa? Austin avanza a duras penas intentando que las ruedas no se atasquen en la arena hasta llegar a una pareja joven con un bebé, y yo hago lo mismo.
- Hola, perdona, ¿nos guardáis los segways un minutillo? - Le pregunta Austin a la adorable pareja, que sonríen educadamente.
- ¿A dónde vamos? - Le pregunto mientras baja del segway y pone sus pies en la arena.
- Al agua. - Dice señalando el mar con su cabeza.
- Ahora no me apetece bañarme. - Le digo refunfuñando. En realidad sí quiero meterme en el agua, estamos en Malibú, por el amor de Dios. Pero este bikini con tanto push-up...
- Bueno, vas a ir al agua de todos modos, por las buenas o por las malas.
- ¿Cómo? - No me da tiempo a terminar cuando Austin se acerca y me coge al estilo nupcial, al igual que aquella noche en la fiesta de Barstow. Su fuerte olor a One Million me vuelve a dejar completamente engatusada, pero reacciono antes de que se salga con la suya.
- ¡Austin bájame ahora mismo! - Le grito mientras él avanza hacia el agua y la pareja de antes nos miran sonrientes. Si no nos conociera, diría que parecemos una pareja de niños de 2 de la ESO. Intento resistirme con todas mis fuerzas pero no lo consigo, y no sé si es porque Austin es más fuerte que yo o por el hecho de que su olor hace que mi subconsciente no quiera alejarse. De repente, noto como sus pies tocan el agua y sigue adentrándose hacia dentro.
- ¡Austin, ni siquiera me he quitado las zapatillas! - Le grito agarrándome a su cuello para no caer al agua.
- Bueno, te avisé y decidiste hacerlo por las malas. - Carcajea él. Noto como poco a poco yo también voy entrando en el agua, hasta que Austin cuenta hasta tres demasiado rápido para mi gusto y nos sumerge a los dos.
- ¿¡Qué has hecho!? ¡Mira cómo me has puesto! ¡Te odio! - Él solo puede reír y reír mientras me lanzo encima suya para intentar ahogarle sin ningún éxito. - ¡Imbécil!
- Aguafiestas. - Me contesta él soltando una pequeña sonrisilla de la que no tardo mucho en quedarme mirando fijamente. Paige, vista al frente, mira hacia otro lado. Sumerjo mi cara en el agua del mar para despejar de mi mente esa idea.

|| Narra Austin ||
Parecía que Paige estaba enfadada por haberla metido en el agua a traición, pero a la larga hemos pasado casi media hora en remojo, y no le ha importado llevar incluso las converse puestas. Es curioso. La mayoría de chicas que conozco son del tipo 'oh Dios mío, mi maquillaje' 'oh Dios mío, mi modelito de Channel', y ella sin embargo ha sido 'imbécil, como te pille te mato'. No estoy diciendo que me guste, pero es... No sé, diferente.
Vamos de camino de vuelta tras haber estado un rato al sol para que a ella se le secara la ropa y no volver hecha un Cristo al hotel. Paseamos charlando animadamente de cualquier cosa, la verdad, hoy me lo estoy pasando bastante bien.
De repente, en la acera, veo un cúmulo de gente, de unas 15 personas. Me pregunto qué habrá allí o, mejor dicho, quién. No me hace falta acercarme a mirar, unos ojos pardos verdosos salen de entre la multitud y se acercan hacia mí. Es imposible no reconocerla. Sus dientes perfectamente alineados, su pelo castaño oscuro cayendo en tirabuzones por su espalda. La conocí cuando hice una visita a Factor X hace unos meses, y tuvimos algo... Pero luego dejamos de ser buenos amigos, digamos.
- ¡Austin! ¡Qué sorpresa! - Grita mientras viene corriendo en saltitos y envuelve sus brazos alrededor de mi cuello depositando un besito justo al lado de mi boca. Puedo ver como la mandíbula de Paige se desencaja para mirarla con una cara de entre asco y sorpresa.
- Oh, hola, ¿te conozco? - Le dice ella a Paige en un tono de superioridad.
- Creo que no tengo ese honor. - Le contesta Paige notablemente molesta, mirándola de arriba a abajo.
- Soy Camila Cabello, de Fifth Harmony. - Dice ella ofreciéndole su mano. Paige la rechaza al son de "qué bien" y acelera con su segway para ponerse varios metros por delante de nosotros. La observo irse mientras Camila no para de hablarme.
- No sabía que estabas aquí, tengo varios conciertos por la zona con las chicas así que te llamaré un día de estos. ¿Hasta qué día te quedas por aquí?
- Yo... Emm... Me voy el viernes a Texas. - Le contesto sin ningún interés mientras veo a Paige cruzar la calle con su segway.
- Te llamaré. - Me dice Camila depositando un beso parecido al anterior y guiñándome un ojo seductoramente antes de desaparecer entre una masa de gente.

|| Narra Paige ||
Me ha sentado bastante bien hablar con Abby de este tema, necesitaba desahogarme. Tampoco entiendo muy bien qué parte de esto me fastidia concretamente, quiero decir, ni estamos saliendo ni querría salir con él en un millón de años. Pero ¿prácticamente besarla allí en medio delante mía después de estar dos horas paseando por ahí conmigo? Estoy siendo una estúpida, estábamos paseando. Ya está. Pasear. No tiene ningún vínculo conmigo. Puede estar con las chicas que le de la gana. Es normal, ella es famosa, canta bien, y yo... Bueno, sé ordeñar una vaca, ¿eso sirve? No sé de qué me sirve comerme la cabeza, si a la larga todo va a seguir igual. Él tonteará con otras y a mí me tiene que dar igual.
Durante la cena he estado pensando en Camila y en su grupo. Fifth Harmony creo que se llaman. ¿Serán muy conocidas? ¿Igual que Austin? Aunque, para ser sinceros, de no ser por que Austin es el "nieto" de la vecina yo en mi vida habría sabido de su existencia. A lo mejor Fifth Harmony son más conocidas, tipo Little Mix. No lo creo, las habría escuchado alguna vez.
Pues en estos pensamientos se ha basado mi cena mientras AC me daba patadas cada dos por tres por debajo de la mesa y me preguntaba si me encontraba bien. Y me encuentro bien, solo molesta por lo que ha pasado en el paseo, fin.
Me levanto de la cama y cojo mi móvil tratando de no hacer mucho ruido para no despertar a Abby. Llevo puesto un pijama cómo no de Abby, con un pantalón bastante corto así que antes de nada cojo una sudadera gris del armario en la que puede leerse 'dope' y me cubro con ella. Salgo al balcón, el enorme balcón de la habitación con vistas al mar y miro hacia el balcón de los chicos, colindante con el nuestro, separados por un pequeño muro que no me llega más arriba del pecho. Miro por el ventanal de su habitación, están durmiendo. Me siento en el suelo y desbloqueo el teléfono marcando el número de alguien a quien echo especialmente de menos: papá.
Sin pensar mucho en que igual ahora no puede hablar, mis dedos se deslizan por la pantalla y en un segundo estoy marcando. El pitido suena 4 veces antes de que su voz suene a la otra línea.
- ¿Sí?
- Hola, papá.
- ¡Paige! Hola, mi niña, ¿cómo estás? ¿Bien por el pueblo?
- Estoy bien, pero no en el pueblo. Estoy en Los Ángeles. - Contesto esbozando una pequeña sonrisa.
- Uh, ¿cómo es que te has ido tan lejos?
- Bueno, voy a grabar un vídeo... Es una historia larga. ¿Qué tal estás tú? - Le pregunto cambiando de tema.
- En la India, de maniobras. Mucho calor. - Ríe por lo bajo.
- Te echo de menos.
- Yo también te echo de menos, cariño. ¿Has hablado con mamá? - Me pregunta con una voz dulce.
- Bueno, no desde hace unos días.
- Deberías llamarla.
- Papá...
- Sin rechistar. - Me corta rápidamente.
- Lo haré mañana, ¿de acuerdo?
- De acuerdo, cariño. Te tengo que dejar, toque de queda. Llámame cuando quieras, ¿vale? Pero ten en cuenta el cambio horario. - Ríe él.
- Lo haré. Te quiero.
- Y yo, canija. Buenas noches.
Y cuelgo.
Un vacío enorme me llena de repente. Me hace falta mi padre, ahora mismo me hace mucha falta. Está muy lejos ahora mismo y tengo esa sensación de dolor cuando necesitas abrazar a una persona con todas sus fuerzas pero estás en la otra punta del mundo.
- ¿No puedes dormir? - Una voz detrás de mí hace que me sobresalte y gire mi cabeza rápidamente hacia el balcón de los chicos. Es Austin. Niego con la cabeza y vuelvo a mi posición inicial manteniendo el móvil entre mis manos, mirando a un punto fijo. De repente, el cuerpo de Austin cae al otro lado del muro, para poco después sentarse a mi lado.
- ¿Era tu padre? - Pregunta una vez se ha acomodado en el muro de piedra. Asiento.
- Bueno, tenías el volumen a toda piña. He escuchado la conversación desde mi cama prácticamente.
- Cotilla. - Le digo y ambos reímos.
- ¿Por qué está en la India? - Pregunta curioso.
- Es militar de maniobras. Los militares como él van a los países en los que ha habido guerras recientemente, o conflictos armados, como ellos los llaman, y se aseguran de que todo está en su sitio. Pasa mucho tiempo fuera de casa. - Asiente comprensivo.
- Si te sirve de consuelo, yo también echo de menos al mío. - Me dice después de unos segundos de silencio.
- ¿Dónde está el tuyo? - Tras una pequeña sonrisa en la que seguramente esté recordando a su padre, mira hacia el cielo y me dice:
- Allí arriba. - Me quedo parada completamente. ¿Austin no tiene padre? ¿Desde cuándo? ¿Nunca lo ha tenido o ha sido algo reciente? Por una vez me encantaría ser una de sus fans para saberlo con exactitud.
- ¿De verdad? - Asiente. - Vaya... Lo siento.
- Bueno, son cosas que pasan. - Silencio durante unos 30 segundos.
- ¿Qué te pasa con tu madre? - Pregunta de repente, rompiendo el silencio.
- Eres un cotilla.
- Vamos, ¡quiero saberlo! - Ambos reímos otra vez.
- Hace poco más de seis meses discutimos, no me acuerdo por qué. El caso es que la cosa fue a más, y mi padre no estaba allí para poner orden. Acabó quitándome una de las pocas cosas que no me repugnan del planeta tierra. Desde entonces hablamos poco. - Vuelve a asentir.
- ¿Y qué es eso que tanto te gustaba?
- Bueno... - Le miro por primera vez en toda la noche. - Vas a necesitar algo más que un segway para saber esa parte de mí. - Sonrío.
- Bueno, tarde o temprano acabarás cediendo. - Dice a la vez que suelta una muy débil carcajada.
- No lo creo. - Me levanto y me sacudo el pantalón. - Me voy dentro, empiezo a tener frío. Buenas noches.
- Buenas noches. - Sonríe. Sonrío. Y cierro la puerta de cristal detrás de mí.
Confundida. Ahora mismo estoy confundida. Hasta hace una semana Austin y yo no podíamos ni vernos las caras. No estoy exagerando. Siempre acababa evitándole y tratando de hacer las tareas de la granja con AC. Y ahora acaba de contarme que su padre murió. No me ha dicho cómo ni cuándo, pero es suficiente. Hace dos horas pensaba que esto solo eran ganas de llevarnos bien, de ser amigos. Pero ahora veo que hay algo más. Confianza. Le he hablado sobre mi padre y sobre mi problema con mi madre. Aunque, de algún u otro, me alegro de no haber contado todo y de haberme reservado algo. Después de todo, un día paseando por la playa no garantiza que puedas confiar en alguien. Aunque con Austin tengo un pálpito. Tal vez estaba equivocada con él.

sábado, 18 de enero de 2014

Capítulo 7.

Después de un rato en la playa, los chicos y yo nos hemos venido al muelle donde normalmente suele pasar más gente. Estábamos cansados de estar solos y hemos acabado viendo un partido de voleibol en el que juegan Austin y AC junto con algunos chicos del pueblo contra Liam y sus amigos. Nunca pensé que diría esto, pero a Austin se le da bien. Ya ha salvado varias bolas para su equipo y ha marcado varios puntos, remontando al equipo contrario, con lo cual Liam no ha puesto para nada buena cara. El árbitro avisa de que quedan 2 minutos de juego y Austin se quita la camiseta dejándola caer sobre la arena poco después. Intento no dirigir mucho mi mirada hacia sus abdominales, y más estando rodeados de tanta gente, pero me es casi imposible. Aunque se me da bastante bien hacerme la indiferente, ni Abby ni yo hemos pasado por alto el cuerpo de Austin. Y parece ser que el resto tampoco. El árbitro pita el final del partido, el cual han ganado, y, tras una cara por parte de Liam, todas las chicas se acercan a Austin con la esperanza de conseguir un número de teléfono y, tras averiguar quién es, una foto o un autógrafo. Miro fuera del círculo de gente que se ha formado donde me encuentro a AC riéndose aparentemente de la cara que se me ha quedado. Le hago una seña de vómito haciendo como que me meto los dedos en la boca y luego señalo a Austin. Él me contesta asintiendo con una sonrisa. Río por lo bajo. Cuando parece que el círculo se dispersa y ya es hora de volver a casa, Abby y yo caminamos hacia el coche, dejando a los chicos detrás.
- ¡Eh, esperad! - Oigo a mis espaldas, lo cual sólo me da más ganas de salir corriendo. Cuando nos alcanzan, Austin se coloca a mi lado.
- Ah, ¿eras tú? No te había reconocido con la camiseta puesta. - Austin tras escuchar mis palabras esboza media sonrisa de satisfacción antes de empezar a hablar.
- ¿Sabes qué Paige? Eso en mi pueblo se llama estar celosa. - Dice entre carcajadas.
- Pues en mi pueblo, que resulta ser este, lo llamamos ser un chulo de playa. - Le digo sin dejar de mirar al camino.
- Bueno, eso no quita que estés celosa. - Me contesta él levantando una ceja.
- ¿Celosa por ti? Pues ya te gustaría, chaval. - Carcajeo mientras abro la puerta del coche y le dejo fuera de un portazo. Le señalo la parte trasera de la furgoneta con la cabeza y pasa hacia atrás soltando una leve carcajada.

- ¿¡Qué se supone que se lleva una a Los Ángeles a grabar un videoclip?! - Grita Abby revolviendo toda su ropa y tirándola por los aires. Han pasado 3 días desde que le dije a Austin que si y esta tarde, en dos horas concretamente nos vamos a Los Ángeles. Milagrosamente, no hemos tenido ningún percance desde lo del hospital, que, aunque no se ha vuelto a repetir, de vez en cuando tengo mareos y cosas. Tita dice que en cuanto acabe el viaje iré al hospital, y si me vuelve a pasar me vuelvo inmediatamente a Barstow. No sé la cara que puso mi madre cuando le comenté todo esto, porque hablamos por teléfono, pero seguro que nada bueno. Tuve que darle el teléfono de Rocco para que les comentara que todo iría bien y que no me iba a meter en problemas. Después de mucho discutir, accedió. Por supuesto, no le comenté nada de los mareos y las náuseas.
- Abby, creo que tardarías mucho menos si en vez de lanzar la ropa por los aires pues... No sé... ¿¡La doblaras en la maleta!? - Hablo en un tono de obviedad mientras me río de mi mejor amiga, a la vez que ella llena su sansonite de ropa de marca.
- Conociéndote debería llevar ropa para las dos, así que haz el favor de no estresarme, porque si no LA VAMOS A TENER. - Me río de su comentario mientras ella se vuelve prácticamente loca.
Después de mucho darle vueltas y pegarnos muchos gritos y muchas risas, las maletas están hechas y nosotras vestidas. Por un lado, Abby lleva una falda similar a la del otro día, solo que esta vez negra con un top blanco y un chaleco vaquero por encima, y otra vez sus queridas Dr. Martens. A mí, por otro lado, me ha obligado a ponerme una falda granate, que menos mal, me ha dejado combinar con una camiseta sencilla y mis vans granates de siempre. Salimos de casa después de despedirme de Tita y Arthur y cogemos el coche. Volvemos a poner a Avril Lavigne a todo volumen, la que manda en mi radio es Abby, recogemos a Austin y AC (los cuales van un poco apretados entre tanta maleta) y salimos hacia el aeropuerto.
Esta vez no tenemos ningún inconveniente en entrar en vip a la primera, ya que esta vez está todo bien planeado desde donde quiera que esté Rocco, aunque esta vez no hay fans en la puerta. Toda la culpa de lo que pasó aquel día recae sobre AC cada vez que sale el tema, por publicar en las redes sociales dónde iba a estar. No mucho tiempo después de llegar, ya nos han recogido las maletas y nos han ofrecido un pasillo especial para subir al avión.
- Me siento Paris Hilton. - Dice Abby caminando por el finger.
- Si fueses Paris Hilton irías en un jet privado de color rosa. - Le contesta AC haciendo que los cuatro soltemos una pequeña carcajada. Una vez en el avión, una azafata nos acompaña a la zona business y nos sienta a AC y a Austin delante de Abby y mío. Yo, como siempre, me pido ventanilla. Cada asiento tiene una pantalla particular en la que se pueden ver infinidad de películas y series. El asiento se echa para atrás hasta formar una cama super cómoda, y, como en el avión hace bastante frío, disponemos de botas de andar por casa la mar de calentitas, edredón y almohada. Además, si necesitamos algo, sólo tenemos que pulsar un botón rojo en el reposabrazos del asiento y una azafata aparece de inmediato.
- En serio, esto es una casa. - Digo mientras echo mi asiento hacia atrás formando una cómoda cama. Vuelvo a ponerme en mi postura inicial.
- El vuelo son cinco horas así que podéis ver al menos 3 películas... - Dice AC girándose para mirarnos por encima de su asiento. - O jugar al juego de marcianitos que viene con la tele. Es lo mejor que hay.
- Tío, AC, que tú estés viciado no significa que a todos nos tenga que gustar. - Dice una voz de repente junto a AC, sin levantar la vista de su móvil.
- Tío, ¡es educativo! - Contesta AC gesticulando mucho con las manos y sentándose de nuevo en su asiento al escuchar el ruido de los motores del avión encenderse. Las azafatas dan sus típicas indicaciones de lo que hay que hacer en caso de emergencia y, poco después, el avión despega.
Durante 2 horas de viaje Abby se dedica a ver 'pequeñas mentirosas', su serie favorita, y yo simplemente enchufo los cascos del móvil y escucho música. Cuando veo que me estoy quedando dormida cambio de planes y enchufo la tele para buscar entre la larga lista de películas que hay. ¿Avatar? Muy vista ya. ¿Pepa Pig? Dios mío, no. ¿En busca de la felicidad? La he visto demasiadas veces. De repente, encuentro una perfecta y sonrío. Programa de protección de princesas. Puede parecer una chorrada, y en realidad lo es, pero esa película tiene su historia para Abby y para mí. Yo soy fan de Selena y ella lo es de Demi, así que siempre veíamos la peli juntas. También tuvimos nuestra época de llamarnos 'Demetria' y 'Selala' mutuamente. Sin pensármelo dos veces, elijo esa película y me pongo a verla por octava vez este mes.

|| Narra Austin ||
Intento dormir mientras AC canturrea a mi lado la cancioncita del juego de los marcianitos, la cual está empezando a ser un poco insoportable. Miro para atrás. Abby, detrás de mí, está viendo algo en su pantalla, muy intrigada con lo que ve. Y Paige está... Parece un esquimal. Ha echado su asiento hacia atrás formando una medio cama medio sofá y se ha envuelto en el edredón como si fuera un caramelo. No sé lo que está viendo en la pantalla, pero parece feliz. Toco un par de veces la pierna de Abby haciendo que aleje la mirada de su pantalla para mirarme a mí. Le hago un par de movimientos con la mano en señal de que me cambie el sitio y, tras rechistar un poco porque no quiere dejar su capítulo a medias, Abby se levanta y se siienta en mi asiento. Paige está tan absorta con lo que esta viendo que ni se ha dado cuenta. Me acerco lentamente a ella y le grito en el oído:
- ¿Qué estás viendo?
- Joder qué susto. - Dice ella sobresaltándose. Carcajeo un poco y luego miro hacia su pantalla.
- ¿Disney Channel? ¿En serio? - Me río de ella a lo que ella responde girando la pantalla hacia sí misma.
- Es mi peli de Selena favorita, ¿vale? No te metas conmigo. - Me río un poco y luego mantengo mi mirada fija en su pantalla.
- Así que Rosalinda la reina del baile, eh. - Le digo segundos después, provocando una risa por su parte.
- Austin, vete. - Dice riendo mientras me pega puñetazos en el hombro. Poco a poco nuestra risa se va reduciendo hasta que ella vuelve a fijar su mirada en la pantalla.
- ¿Sabes? - Le digo haciendo que gire su cara hacia mí. - Hace mucho que no me insultas.
- Es verdad. - Asiente ella. - Imbécil.
- Aguafiestas.
- Austin, pírate a tu asiento. - Me dice clavando sus ojos por tercera vez en la pantalla.
- No puedo, Abby se ha dormido en él. Déjame terminar la peli anda, que ya tengo curiosidad. - Le guiño un ojo divertido y ella, tras resoplar un poco, me da uno de sus cascos y gira su pantalla hacia mí.

|| Narra Paige ||
Bajamos del coche. Estamos en el Malibu Inn, uno de los hoteles más cercanos a la costa de Los Ángeles. De hecho, estamos a pie de playa, solo tenemos el paseo delante. Bajo del coche sin despegar mi cara del cristal y miro estupefacta la playa. La arena completamente blanca y fina, el sol brilla reluciente en el cielo completamente azul y las olas son bastante grandes, llevando con ellas a algunos surfistas. Nunca había estado en Los Ángeles. Nunca había salido de Texas, para ser más exactos. Los Ángeles ya me parece increíble, y sólo acabo de llegar. Apenas he bajado del coche y ya estoy babeando. No sé si voy a tener tiempo, pero una semana de grabación para un vídeo de 3 minutos significa que tendremos tiempo libre al menos un par de días, o eso creo. Me encantaría pasearme por el paseo y comprar algunas cosas.
Algunos gritos me hacen retirar la vista del mar y fijarme en la entrada del hotel. Unas 10 chicas, todas más pequeñas que yo, esperan en la puerta esperando para poder conocer a su ídolo. Bajamos del coche (el que, asombrosamente, estaba en la puerta cuando hemos bajado del avión y nos ha traído hasta aquí) y Austin se acerca a todas ellas y habla animadamente con todas, haciendo de este, probablemente, uno de los mejores días de sus vidas, ya que algunas lloran de la emoción. Yo me limito a entrar en el hotel y recorrer la recepción con la mirada. Es un hotel de máximo lujo y, sin embargo, es tan acogedor que da la sensación de estar en tu propia casa. En el centro de la habitación hay una mesa baja de color madera muy claro, con un enorme florero en el centro, rodeada de sofás color crema de bastante calidad, a simple vista. Un enorme ventanal da a la puerta donde las diez chicas siguen abrazándose y llorando por la experiencia de haber conocido a Austin. La recepción, en mármol color crema, deja ver a una chica de unos 30 años vestida de uniforme, con una sonrisa bastante agradable. Unas escaleras de mármol suben a las plantas que, deduzco, serán las habitaciones.
- ¿Y ahora qué? - Pregunta Abby mirando a todos lados, esperando a ver qué se supone que debemos hacer ahora.
- Ahora hay que esperar a que aparezca Rocc... - No le da tiempo a terminar, un hombre bastante alto, de constitución grande, calvito y con una vaga perilla se acerca a nosotros con una enorme sonrisa amigable.
- ¡Austin! ¡AC! ¿Qué pasa tíos? - Dice Rocco mientras choca la mano con ambos, desviándose completamente de la jerga que debería estar usando ya que supera los 40 años a ojo.
- Rocco, ¿qué tal? ¿Dónde está mamá? - Le pregunta Austin esta vez devolviéndole el saludo.
- Tu madre sigue en Miami vigilando para que Zach y Robert no tiren abajo tu casa, vendrá dentro de un par de días. - Nota mental para mí: preguntarle a Austin quiénes son Zach y Robert. - Bueno, qué, ¿no me vais a presentar? - Exclama Rocco mirándonos fijamente a Abby y a mí. Austin hace las presentaciones primero con Abby, y luego conmigo, parándose para soltar un pequeño 'ella hará el vídeo' entre dientes, con la esperanza de que no le oiga. Rocco me escanea con la mirada, haciéndome sentir incluso incómoda. Asiente en señal de que le gusto y que me quiere para el vídeo. Suspiro de alivio, después de venir hasta aquí, sería una ruina volver sin haber grabado nada. Tras unos minutos charlando con Rocco, quien parece ser un tío con el que me voy a llevar bastante bien, a Abby y a mí nos da una tarjeta para una habitación contigua a la de AC y Austin. Llamamos al ascensor y, ligeros sin maletas, ya que nos las suben después (ir con Austin después de todo puede que incluso tenga ventajas) subimos los cuatro en el ascensor.
- Así que compartís habitación... - Susurra Abby mirando a los chicos. - ¿Sois gays? - Deja caer haciendo que todos riamos mientras ella intenta poner cara de interesante.
- Sí, estamos a punto de casarnos. - Contesta AC haciendo como que se tira encima de Austin y le besa.
- Quita, bicho. - Reacciona Austin asqueado y soltando una larga carcajada mientras se libra de su amigo a manotazos. - Si comparto habitación contigo es porque la vida de solista cuando se trata de hoteles es aburrida no, lo siguiente.
- Austin, ¿cuándo vas a admitir que no puedes vivir sin mí y que me necesitas? - Dice AC esbozando una pequeña sonrisa inocente.
- Es cierto, es eso. - Ríe Austin. Un pitido nos indica que hemos llegado a la planta correspondiente. Avanzamos por el pasillo mientras Austin sigue hablando.
- Ahora os enseño la habitación, he estado en este hotel más veces. - Abby y yo asentimos y le seguimos por el pasillo hasta que cada uno encuentra su correspondiente puerta. Observo cómo AC entra corriendo a la que será su habitación durante la próxima semana y se tira bocabajo sobre uno de los colchones, al grito de 'viva la pluma de oca que metieron aquí dentro'. Esbozo una sonrisa y sigo a Austin hacia mi habitación, la cual ya ha abierto él con nuestra llave.
Me encuentro con la mejor habitación en la que he estado en bastante tiempo. El suelo está cubierto de parqué de madera, multiplicando la sensación de acogedor por mil. La habitación es enorme, con dos camas de matrimonio blancas, una a cada lado, ambas con un aspecto bastante cómodo. Junto a cada una hay una mesilla de madera de la buena y una lamparita super moderna. También hay un armario de puertas correderas gigantesco entre ambas camas, en la pared. Pero, sin duda, lo mejor de la habitación son las vistas. Toda la pared que da al mar está hecha de cristal, de modo que las vistas son increíbles. Una fina cortina blanca está echada sobre el enorme ventanal, pero aún así puedo observar la grandeza del océano Pacífico detrás de ella.
- Venid por aquí, os voy a enseñar lo mejor. - Dice Austin dirigiéndonos hacia el baño. En este, el suelo cambia de parqué a mármol. El baño, es, sin exagerar, igual de grande que mi cuarto de Barstow. Tiene una enorme bañera del tamaño de una piscina de esas que se pueden desmontar cuando llega el invierno. Fijándome bien me doy cuenta de que no es una bañera, es un hidromasaje. A parte de este, al otro lado hay una ducha enorme con miles de botoncitos en la pared que activan vete tú a saber cuántas funciones distintas. También hay una puerta que separa el inodoro del resto del baño, y una enorme encimera con dos lavabos. Ah, y un par de estanterías que Abby llenará con sus perfumes y maquillajes antes de que me pueda dar cuenta.
- Guau. - Suspiro mientras miro boquiabierta lo lujoso que es todo.
- Y, si venís por aquí... - Dice Austin haciéndonos caminar tras él por el cuarto hasta llegar a una puerta al lado de la cama de Abby. - ... Salís a nuestro cuarto.
Abre la puerta y, efectivamente, nos encontramos en una habitación igual que la nuestra solo que orientada al revés, y a Alex en la misma postura exacta que hace 3 minutos.
Tras un rato de charla esperando que llegaran las maletas, Abby y yo decidimos irnos a nuestra habitación a descansar un poco hasta que llegue la hora de cenar. Intento evitar que Abby deshaga su maleta y lo hago yo en su lugar para que no se vuelva a poner nerviosa, aunque me hace gracia la situación. Empiezo a colgar las blusas y las faldas en las perchas, los pantalones en las estanterías y los tops, bikinis y demás en los cajones cuidadosamente.
- Abby, ¿sabes que... - No termino la frase, está completamente dormida. Sonrío, de verdad que me encantaría saber por qué ella tiene esa capacidad y yo no.
De repente, la puerta que separa el cuarto de los chicos y el nuestro suena. Voy a abrir con cuidado de no despertar a Abby y me encuentro a Austin en el otro lado, en bañador y sin camiseta.
"No le mires los abdominales, no le mires los abdominales, no le mires los abdominales."
- Hey, ¿os bajáis un rato a la playa? - Pregunta sonriente, esperando mi respuesta. Levanto una ceja. - ¿En segway? - Dice al ver que no reacciono.
- Abby se ha dormido, así que... - Digo, esperando que para él eso sea una excusa lo suficientemente válida. Me daría vergüenza bajar con él ahora a la playa. Solos. Y que nos vea la gente y que piensen cosas.
- Bueno, podemos bajar tú y yo. - Bien.
- ¿Sin que nos acompañe nadie? De seguridad, me refiero. - Aclaro al ver su cara de desilusión al pensar que no quiero ir con él a ningún lado.
- Paige. - Ríe él. - Soy Austin Mahone, no Lady Gaga. Puedo bajar a la playa solo, nadie se nos va a tirar encima.
Con esa frase me ha convencido. Es la primera vez en tres semanas y algo más que Austin admite que no es nadie demasiado importante en este mundo y que el universo no gira en torno a él. Puede que tal vez estemos empezando a llevarnos mejor. Me voy a ir con él a la playa, solos. Recapacito. Tampoco fue su culpa que le mandaran a la granja, ¿no? Igual he estado siendo antipática con él sin ningún motivo.
- Es cierto, ¿me esperas que me cambie? - Le digo con una enorme sonrisa. Vale Paige, igual te has pasado. Veo una cara de sorpresa por su parte ante mi reacción.
- Sí, emmm... Claro. - Y cierra la puerta. Nota para mí: no pasarme de felicidad. Una cosa es llevarnos bien y la otra actuar como si fuésemos mejores amigos del alma o algo de eso.
Abro el armario. A ver Paige, piensa como si fueras Abby. ¿Qué te pondrías si fueras a bajar a la playa para pasear en Segway con un niño que tiene 5 millones de fans? Olvidemos lo de pensar como Abby, no quiero volverme loca yo también. Abro el cajón de las camisetas. ¿Acaso Abby no tiene algo que no sea corto o transparente? Solo encuentro una camiseta que coincida con lo que yo quiero, blanca, de tirantes, bastante ancha y que deja ver el sujetador. Cojo un short (por supuesto, de Abby) con tachuelas y me pongo mis Converse bajas blancas. Me miro al enorme espejo del baño. Me recuerdo a Selena en el video de Who Says, aunque el único inconveniente es que se me ve demasiado el sujetador. Resoplo y abro el cajón de los bikinis. Debí haber hecho yo la maleta. Todos con push-up. Maldigo a Abby en voz baja para no despertarla, me estoy empezando a poner nerviosa. Cojo uno sin tirantes, blanco, que se abrocha con un broche dorado en el pecho. Este no puede tener push-up, ¿no? Pues para mi sorpresa, también lo tiene. Me doy por vencida y me pongo ese por debajo de la camiseta. Me hace demasiadas tetas. Ruedo los ojos y llamo a la puerta de la habitación de al lado. No voy a llevarme móvil, ni bolso, ni nada. ¿Para qué? Abre la puerta con el mismo bañador de antes y una sonrisa enorme en la cara. Intento no mirar mucho su abdomen, pero sus músculos contrayéndose en su espalda cuando abre la puerta de su habitación para dejarme salir no pueden pasar desapercibidos.


RT aquí si has leído el capítulo. En una semana el blog ha subido 200 visitas y os lo agradezco muchísimo, pero, de verdad, dejaros ver. No puede ser que haya 200 visitas y solo 5 lectores, no tiene sentido. Por favor, es un segundo, no cuesta nada. Gracias a todos/as.

domingo, 12 de enero de 2014

Capítulo 6.

Un insoportable pitido discontinuo bastante agudo hace que me despierte abriendo poco a poco los ojos. La claridad de la habitación en la que estoy es casi el triple que la claridad con la que me encontré en la habitación de Austin. Poco a poco, abro los ojos haciendo que mis pupilas se contraigan, acostumbrándose lentamente. El pitido no ha dejado de sonar. Miro a mi alrededor, paredes blancas, una silla color burdeos y una camilla en la que estoy yo tumbada rodeada de todo tipo de aparatos eléctricos que muestran mi estado. Intento averiguar cual de ellos es el que emite el pitido pero al girar mi cabeza noto un pinchazo muy fuerte en la parte posterior de la nuca. Miro de reojo a mi izquierda, donde, sobre un sofá del mismo color que la silla, está Austin sentado jugando a algún juego de su móvil.
- ¿Hola? - Pregunto, sorprendiéndome de lo débil que suena mi voz.
- Buenos días, Bella Durmiente. - Dice él bloqueando la pantalla de su teléfono y levantándose para quedar a mi lado.
- Que no me digáis eso. ¿Qué ha pasado?
- Paige, no sé cómo decirte esto, yo... Te quedan dos días de vida. - Me dice muy serio, haciendo que me quede petrificada completamente. Una vez más, empieza a reírse de mí haciendo que mi odio aumente a cada segundo.
- Eres un imbécil.
- Y tú una aguafiestas. No, ahora en serio. Te desmayaste en la taberna y al caer te diste con la mesa en la nuca. Por poco no te matas. Te han dado un par de puntos pero no es nada, estás bien. Ah, pero te han tenido que rapar media cabeza para darte los puntos.
Me incorporo llevando mis dedos rápidamente a la parte posterior de mi cabeza. Todo está en su sitio.
- Picas demasiado fácil, en serio.
- Austin, eres un imbécil.
- Y tú una aguafiestas.
- ¡Deja de llamarme aguafiestas cada vez que te llamo imbécil! - Escucho una sonora carcajada por su parte antes de que su teléfono empiece a sonar.
- Espera un segundo, ahora vuelvo. No te muevas. - Me dice haciendo amago de salir de la habitación.
- ¿A dónde te piensas que voy a ir con todo esto enchufado, Einstein? - Y cierra la puerta.

|| Narra Austin ||
Salgo de la habitación que, sinceramente, estaba empezando a darme escalofríos y cojo la llamada.
- ¿Diga?
- Hey Austin, ¿qué tal va todo? - Pregunta una voz familiar al otro lado del teléfono.
- Hey, Rocco, qué pasa.
- Escúchame, sé que te prometí que te sacaría del pueblo una semana para grabar el video nuevo pero no va a poder ser.
- ¿Qué? ¿Por qué? - Pregunto alzando el tono, haciendo que todos los presentes en el pasillo del hospital se giren para mirarme.
- Lo siento chaval, pero la madre de Elia ha tenido un accidente y no va a participar en el video. - Dice él, refiriéndose a la chica que se suponía que iba a salir conmigo en el video.
- ¿Y no hay ninguna manera de solucionarlo? - Le pregunto bajando esta vez un poco el tono.
- Como no encuentres a otra que te haga el trabajo... - Contesta él al otro lado de la línea, carcajeando levemente, mientras veo a un médico entrar en la habitación de Paige con su ropa, van a darle el alta. De repente, todos mis pensamientos van volando hacia ella. ¿Y si se lo pido? No, en la vida me diría que sí. Y aunque estuviera seguro de que fuera aceptar, ¿Paige? ¿En serio? No creo que sea una buena idea, después de todo ayer intentó meterme una tortita de carne por la nariz. Sin embargo, físicamente encaja muy bien, incluso mejor que Elia diría yo. Es una chica guapa como todas las chicas de los videoclips, e incluso he de admitir que para mí es más guapa que las de mis anteriores vídeos. Pero, no, es Paige. Aunque, podría salir del pueblo por unos días. Arg, qué indecisión.
- Rocco, te llamo mañana, voy a consultarlo con la almohada.
- Vale chaval, pero que sea mañana, si no cancelamos y ya lo grabaremos en invierno. - Me advierte mi manager desde el otro lado del teléfono.
- Hasta mañana, Rocco.
- Hasta luego Austin, pásalo bien en el campo.
- Lo dudo. - Y cuelgo la llamada. Ahora mismo mi cerebro es como uno de esos cacharros de plástico lleno de caramelos de colores. Los de color azul me dicen que se lo pida, los de color rojo me dicen que no merece la pena. Suspiro bastante fuerte y me peino con los dedos empujando la puerta de la habitación de Paige para entrar en la habitación. Me la encuentro vacía, a excepción del baño, que está cerrado con el pestillo echado. Estará cambiándose. Me siento en el sofá y espero mirando hacia un punto fijo hasta que el sonido del pestillo abriéndose hace que gire rápidamente mi mirada hacia arriba. Ya se ha vuelto a vestir normal.
- Ya podemos irnos. - Asiento y me levanto siguiéndola hasta el parking del hospital. Cuando saca de su bolso las llaves del coche que yo dejé ahí cuando la traje, agarro fuerte su muñeca.
- No, conduzco yo.
- ¿Por qué? - Rechista ella molesta.
- Porque sigues estando algo débil.
- Austin, me ha dado un mareo, no una embolia. - Dice ella insistiendo y arrancándome las llaves del coche de la mano.
- Bueno, tú sabrás. - Me monto en el asiento del copiloto y espero a que arranque el coche rumbo a Barstow. Tras unos minutos de silencio, ella rompe el hielo.
- ¿Por qué me has traído tú al hospital? - Me pregunta curiosa sin despegar sus ojos de la carretera.
- Bueno, soy el único que tiene carnet de conducir. - Digo desviando mi mirada del frente para mirarla a ella.
- Liam también tiene. - Comenta ella haciendo que suelte una carcajada.
- ¿De qué te ríes?
- De que Liam es un fantasma. - Carcajeo aún más fuerte mientras noto su mirada desviarse de la carretera para posar sus ojos verdes sobre mí. - Ayer cuando te desmayaste dijo que no podía llevarte, que lleva el coche de su padre pero que él en realidad no tiene carnet. Y después de decir eso, de desmayó al ver sangre.
Noto como intenta retener una pequeña risa al escuchar mi historia, y lo consigue, pareciendo seria, aunque yo sé que ha querido reírse con eso.
- Por cierto, he hablado con Tita, estaba bastante preocupada, llevas más de 24 horas sin pasar por casa.
- ¿Cómo? ¿Un día? - Pregunta ella desviando los ojos por segunda vez para mirarme.
- Sí, has estado inconsciente casi 24 horas. Un récord, eres una campeona. - Le digo burlándome un poco.
- Cállate. - Río un poco por su mal genio y, en menos de lo que había pensado, llegamos a Barstow.

|| Narra Paige ||
No sé todavía cómo he sido capaz de contestar a todas las preguntas que me han hecho entre Tita y Abby al llegar a casa. No sé cómo 24 horas en un hospital puedan generar tanto escándalo en una casa. "¿Has comido bien? ¿Hacía frío? ¿Has dormido, tienes sueño? ¿Necesitas algo? ¿Quieres una aspirina? ¿Te duelen mucho los puntos? ¿Por qué te desmayaste? ¿Te han dicho algo los médicos?"
- ¡Basta! - Exclamo de repente, haciendo que ambas dejen de hacer preguntas. - Acabo de llegar, por Dios, me he ido un día no diez meses.
- Es verdad, es verdad, es mejor no agobiarte en tu estado.
- Tita, pero qué estado, que estoy bien.
- Súbete a tu cuarto a echarte una buena siesta si quieres ir esta tarde a la playa con los chicos. - Resoplo haciendo un sonido parecido al de un caballo y subo las escaleras desganada con Abby pisándome los talones.
- Tía, estos están siendo los dos días más raros de mi vida. - Le digo a Abby mientras me tiro bocabajo sobre la cama.
- Primero Austin te salva de una borrachera, luego Austin te salva de una bajada de tensión. ¿Qué va a ser lo siguiente? - Vacila ella mientras se tumba en su cama y se sube la manta hasta la cabeza.
- Oye, la que ha estado toda la noche inconsciente he sido yo, ¿tú desde cuando duermes siesta?
- Oye, he estado toda la noche pegada al maldito teléfono por tu culpa, me lo merezco. - Me contesta ella asomando su cabeza entre las sábanas provocándome una carcajada.
- Buenas noches entonces. - Apago la luz y la escucho soltar una risita antes de empezar a escuchar su respiración tranquila, se ha dormido. Una de las cosas que nunca entenderé es cómo hace Abby para dormirse tan rápido. Quiero decir, tiene una facilidad increíble para dormirse en menos de un minuto. Me dispongo a hacer lo mismo cuando mi teléfono vibra en mi mesilla provocando un quejido por mi parte. Estiro el brazo y desbloqueo la pantalla.
Austin: Tenemos que hablar. 16:15 pm.
Yo: ¿Tú y yo? ¿A la hora de la siesta? No lo creo. 16:16 pm.
Austin: ¿Duermes siesta? *carita llorando de la risa*. 16:16 pm.
Yo: Austin, ¿qué quieres? 16:17 pm.
Austin: Pedirte una cosa. 16:17 pm.
Yo: ¿Pedirme? Tú te drogas. 16:17 pm.
Austin: Bueno, te recuerdo que te he salvado la vida dos veces en las últimas 24 horas. Me lo debes. 16:18 pm.
Yo: A ver, qué quieres. 16:18 pm.
Austin: En 10 minutos en el cobertizo del granero. 16:18 pm.
Yo: La madre que te parió. 16:19 pm.
Austin: ¿Eso es un sí? 16:19 pm.
Yo: Que sí, que ya voy. 16:19 pm.
Última conexión a las 16:19 pm.
Me levanto de la cama sigilosamente tratando de no despertar a Abby y, tras esquivar a Tita en la cocina, salgo de casa sin que me vea y cojo el camino al granero mientras pienso qué narices querrá Austin para sacarme de la cama en plena siesta. Más le vale que sea importante.

|| Narra Austin ||
Me encuentro sentado en el suelo rodeado de paja y más paja. Y montones de paja. El cobertizo del granero me ha parecido siempre grande, pero ahora que he subido y tengo que agachar la cabeza para no darme con el techo, igual se me está haciendo un poco pequeño. Estoy jugando con dos ramitas a hacerles nudos entre sí cuando, de repente, oigo pasos por la escalera de madera crujiente que sube hasta aquí. Paige aparece llevando consigo una cara de cansada increíble y la pintura de los ojos un poco corrida.
- Osea que es verdad, duermes siesta. - Le digo carcajeando mientras ella termina de subir por la escalera.
- ¿Me has hecho venir para reírte de mí? - Me pregunta mientras se sienta enfrente de mí apoyada en un bloque de paja.
- No, no. Escucha. A ver. Em... Bueno, os invito a Abby y a ti a una semana en Los Ángeles, con hotel incluido, todo pagado.
- Austin, ¿qué dices?
- Que sí, que va en serio. Que os invito a las dos, AC y yo también vamos. - Me mira con una cara de entre asombro y una mezcla entre desprecio y risa.
- ¿Dónde está la trampa? - Me pregunta de repente. Llegó el momento.
- A cambio tú tienesquesalirenminuevovideoclipconmigo pero piénsalo, Malibú, el sol, el aire Californi...
- ¿Qué? - Dice interrumpiéndome, mientras yo respiro por lo rápido que he hablado antes. - Tú te drogas, ¿verdad?
- Que no, que necesito una chica para grabar el video y si no la consigo para mañana lo aplazarán y entonces...
- Austin, léeme los labios: ni de coña. - Dice interrumpiéndome por decimoctava vez hoy ya.
- Bueno no necesito que me lo digas ahora, piénsatelo.
- No tengo nada que pensar, no voy a salir en tu estúpido videoclip.
- Oye, mi videoclip no es estúpido. - Rechisto haciéndome el indignado.
- Bueno, lo sea o no, no voy a salir en él. No nací para eso. Me vuelvo a la cama. - Y dicho esto, se levanta y, agachada para no darse de morros con el techo, baja la escalera y se va. Igual no se lo he pedido con las palabras adecuadas. Bueno, qué digo, le he ofrecido una semana gratis allí. Si no acepta con eso, será mejor que me olvide. Posponemos el videoclip para invierno.

|| Narra Paige ||
Después de hablar del tema con Abby, he llegado a la conclusión de que no quiero hacerlo. Claro está que ella quiere que acepte, ninguna de las dos hemos estado nunca en Los Ángeles, pero la idea de ponerme delante de una cámara para que luego lo vean millones de personas no me atrae. No nací para dar la nota, estoy mejor encerrada en casa. Aunque por otro lado, algo culpable sí que me siento. Primero Austin me saca borracha de una fiesta, me encubre con Tita y Nelly y deja a su mejor amigo durmiendo en la calle para que a mí se me pasara la borrachera. Luego coge el coche y conduce hasta Nueva Orleans conmigo sangrando por la nuca en el asiento del copiloto y duerme en el sofá de un hospital esperando a que me den el alta. Y ahora se queda sin video por mi culpa. Este pensamiento me hace dudar un poco, pero no, no puedo. No sé si es vergüenza o qué es, pero Abby me ha dicho que no haga nada que no quiera y eso voy a hacer, voy a mantener mi decisión del principio y voy a rechazar la oferta, sintiéndolo mucho.
Abby y yo vamos en la parte delantera de la camioneta mientras AC y Austin toman el sol atrás mientras vamos de camino a la playa, como casi todos los días. Abby y yo vamos haciendo nuestra propia versión de Rock and Roll de Avril Lavigne, su ídola por excelencia. Mientras canta y se echa brillo de labios al mismo tiempo, la observo. Se ha recogido el pelo en un moño perfecto con varias trencitas a los lados y lleva un bikini rosa fosforito que resalta sobre su piel morena, sobre el cual se ha puesto una camiseta azul. De Hollister. Abby tiene dinero y le da igual gastarselo todo en ropa. Es así, y así la quiero yo. Seamos sinceros, todos tenemos esa amiga pija, que siempre va conjuntada hasta la funda del móvil, que toca mucho las narices cuando se va de compras, pero que sin ella el grupo no sería lo mismo. Esa es Abby. No sé que habría sido de mí sin ella, para ser honesta. Es la típica amiga con la que quieres compartir hasta el último minuto de tu vida, la que sabes que va a estar aunque estéis a setecientos kilómetros de distancia, la que entra en tu casa y sin decir ni siquiera 'hola' abre la despensa, la que no se corta un pelo al decirte lo subnormal que eres cuando haces algo mal pero tampoco tiene ningún problema en decirte de vez en cuando lo mucho que te quiere. Esa amiga que te entiende y pone por delante tus problemas a sus problemas, eso que en pocas palabras podemos llamarlo mejor amiga. Para mí eso es Abby. Una hermana.

Llegamos a la playa. No es una playa como las típicas playas plagadas de gente, con numerosos chiringuitos, ni duchas, ni nada por el estilo. Es una playa escondida detrás de unas rocas, apenas tendrá 100 metros de ancho. No hay señal de ser humano por ningún sitio, no hay caminitos de madera sobre la arena y raramente te encuentras a alguien paseando que no seamos los chicos y yo. Cuando era pequeña mi abuelo era el único que sabía de la existencia de esta playa, y ahora vengo aquí con mis amigos, por el simple hecho de que no quiero estar en una playa rodeada de chicas babeantes que matan por hacerse una foto con Austin mientras yo sujeto la cámara. Austin. ¿Qué hago con él? Tan pronto como me está diciendo que soy un perro, como me lleva al hospital, como me invita a salir en un videoclip. Tiene unos cambios de humor serios. Es bipolar, yo creo. Aunque, de alguna manera yo también soy así con él.

|| Narra Austin ||
Estamos sentados Abby y yo en la arena de la playa mientras, cómo no, Paige y AC juegan a tirarse arena en la orilla. Qué raro.
- Así que, ¿te ha dicho que no a lo del video? - Me dice Abby de repente, rompiendo el hielo. Asiento mirándola a los ojos. - He hablado con ella sobre eso. - Continúa ella. - Le he dicho que no haga nada que no quiera hacer, pero sé que si insistiera un poco más al final cedería.
Mis ojos se dirigen hacia Abby rápidamente muy abiertos.
- ¿Tú crees que podrías convencerla? - Pregunto curioso, mientras una posibilidad de que salga bien aparece en mi mente.
- Bueno, nunca la he obligado a nada pero las dos nos queremos mucho y siempre hacemos cosas por la otra así que supongo que... Si. - Explica ella. Rápidamente junto mis manos como si estuviera rezando y le repito la palabra 'por favor' mil veces hasta que me interrumpe riendo.
- Vale, vale, lo intentaré, pero cállate. - Me dice mientras lanza arena sobre mi toalla. - Pero con una condición. Yo también quiero salir en el video.
Asiento y le doy la mano en señal de haber cerrado un negocio.

|| Narra Paige ||
Después de una larga lucha con AC por haber quién se tira más arena a quién, ambos nos metemos en el agua para quitarnos los restos de arena y así poder hablar algo más tranquilos. Dirijo mi mirada hacia nuestras toallas, situadas sobre la arena junto a las rocas que delimitan la playa. Austin y Abby hablan animadamente de algo. Me alegra que se lleven tan bien, así Abby tiene algo que hacer cuando yo esté charlando con AC, que es la mayoría del tiempo.
- ¿Eh? - Me dice de repente AC, sacándome completamente de mis pensamientos.
- ¿Qué? Perdona, estaba a lo mío.
- Ya veo, ya. Dice dirigiendo su mirada a Austin. - Te decía que si has descartado del todo la idea del videoclip.
- Por una parte me siento culpable por Austin, pero... Esas cosas no son las mías. - Le digo antes de sumergir mi cabeza en el agua para sacarla segundos después.
- ¿Sabes lo que yo pienso? - Me dice de repente. Le miro intrigada esperando su opinión. - Que deberías hacerlo. Olvídate de tu vergüenza y olvídate de que el video es de Austin y que no le soportas. Piensa en el lado positivo. Los Ángeles, playa, hotelazo de 5 estrellas... Y bueno, la experiencia. He estado en todos los rodajes de los vídeos de Austin, es una pasada.
Por un momento me quedo en silencio pensando en la parte buena de todo esto. Tal vez sea hasta divertido. Además, Abby quería ir a Los Ángeles y a mí no me importaría pasearme por allí durante una semana.
- Venga, me has convencido. - Digo prácticamente sin pensar. La vida son dos días, vamos a aprovecharlos.
- ¿De verdad? - Asiento enérgicamente y él levanta la mano en señal de que choquemos los 5. Salimos del agua y nos dirigimos hacia las toallas donde están Abby y Austin charlando. Al verme, Abby me mira tapando sus ojos para que no le dé el sol directamente.
- Tía, Paige, tenemos que hablar de lo del video. - Me dice señalando con la cabeza a Austin. Ignoro a mi amiga y me dirijo a él.
- Acepto, saldré en tu video. - Le digo con voz cortante aunque en realidad sé que quiero esbozar una sonrisa. Austin se levanta como cogido por un resorte y viene corriendo a abrazarme dejándome completamente desubicada. ¿Dónde se supone que está ese odio mutuo que teníamos? Obviamente le correspondo al abrazo, pero no me siento del todo cómoda sabiendo que sólo me quiere por su video. Sea como sea, me voy a Los Ángeles. Veo como Austin marca un número en su teléfono y luego se lo lleva a la oreja sonriendo como no le había visto sonreír nunca.
- Rocco, tengo a la chica.


RT aquí si has leído el capítulo. Lo repetiré hasta que me muera, lectores fantasmas no, por favor. Y sé que tengo lectores fantasma porque hay demasiadas visitas en el blog para 6 capítulos teniendo en cuenta que tengo 5 lectores que dan rt. Así que, persona desconocida, si me lees, da rt, que me sube la autoestima. En serio, agradezco mucho a las 3 personas que dan rt. Pls.

viernes, 10 de enero de 2014

Capítulo 5.

Abro los ojos por culpa del sol que entra por la ventana abierta de par en par, pero me obligo a cerrarlos rápidamente por culpa de la gran cantidad de luz que entra en la habitación. Poco a poco mis ojos van acostumbrándose y, al final, puedo abrirlos lo justo como para mirar mi reloj de muñeca. La manecilla grande apunta al 3 y la pequeña apunta... ¿Las 10? ¿En serio? ¡Que me he dormido! Me dispongo a saltar de la cama para vestirme corriendo mientras rezo para que Austin no haya ido a la granja cuando me doy cuenta de algo. No estoy en mi cama. Es más, no estoy en mi habitación, ni siquiera estoy en mi casa. A juzgar por el desorden podría deducir a quién pertenece, pero no me hace falta averiguarlo porque la conozco bien, es la habitación de Austin y AC. Es más, estoy tumbada en la cama de Austin, para ser más exactos. ¿Cómo narices he llegado yo aquí? Observo un poco más a fondo, no hay nadie en la cama de AC. Me incorporo confusa cuando un pinchazo en la cabeza me hace apretar mi mano contra mi frente. Bienvenida seas, resaca. Para ser sincera, no recuerdo absolutamente nada de anoche, después de salir de la fiesta hecha un cristo. Y por supuesto, no recuerdo qué hago en casa de Austin. En su cama. Me deshago de la sábana que me cubre para salir de la cama y me doy cuenta de que llevo puesta una sudadera de Austin, y sé que es de Austin porque el estampado es muy típico de él, todo pizza. Miro por debajo, llevo la camisa de anoche, sin embargo, mis tacones, mi bolso y mi pantalón están en la silla del escritorio. Me encantaría saber cómo han llegado ahí. Me estoy empezando a temer lo peor, pero intento convencerme de que no pasó nada fuera de lo común anoche. Aún con el enorme dolor de cabeza y las molestias increíbles, me pongo mi ropa de nuevo y, con los tacones en la mano, bajo las escaleras procurando no hacer mucho ruido aunque estoy prácticamente convencida de que estoy sola en la casa.
- ¡Buenos días!
- ¡Joder que susto! - Me giro rápidamente alarmada y veo a Nelly transportando una escoba.
- No pretendía asustarte, preciosa. ¿Qué tal anoche? ¿Encontraste tus llaves? - Me dice alegremente mientras barre con rapidez el suelo del pasillo.
- ¿Mis llaves? - Pregunto yo, para ser sinceros, bastante confusa.
- Si, Austin me dijo que ayer las perdiste y no querías molestar a Tita tan tarde, por eso te quedaste aquí a dormir.
- Ah, claro, claro. - Intento hacer como que sé de que habla y seguir la mentira sin destaparla mucho. Guau, Austin acaba de salvarme la vida. - No... No las encontré pero... Seguro que Tita está... En... ¿Casa? - No creo que haya colado, pero para mi sorpresa, la señora asiente enérgicamente.
- Estupendo, ¿quieres desayunar o algo antes de irte?
- No, no... Yo... Yo me voy ya. Muchas... Muchas gracias por todo, sí, eso.
- De nada, un placer, adiós preciosa. - Y cierro la puerta detrás de mí. Me encantaría saber qué acaba de pasar ahí dentro. Si tengo algo claro, es que Austin se ha tomado muchas molestias en encubrir el estado en el que llegué ayer a casa, y menos mal. Tita se llega a enterar de cómo iba y me habría matado. Una vez en el jardín, me coloco de nuevo los tacones de Abby y busco en mi bolso las llaves. Las de casa están, pero las del coche no, y para mi sorpresa, el coche tampoco está. Tampoco me alarmo mucho, sólo son 10 minutos andando. El único que ha tenido acceso a las llaves ha sido Austin, seguro que él tiene mi coche. Se va a enterar, no porque no quiera andar si no que para coger mi coche debe pedirme permiso, punto número 1. Punto número 2, no quiero dejárselo, aunque me lo pida.
Comienzo a caminar por la carretera desierta que tiene a los lados pequeñas casas en dirección a la mía cuando el claxon de un coche hace que me sobresalte. Me giro rápidamente y veo a Liam montado en un bajo coche gris, bastante antiguo.
- ¿Necesitas que te lleve? - Me pregunta tras bajar la ventanilla haciendo uso de la molesta palanca típica de los coches antiguos.
- Te lo agradecería. - Le contesto abriendo la puerta del copiloto y sentándome en el asiento a la vez que doy un largo suspiro.
- Vaya, ¿una noche larga? - Me dice él mientras arranca con una pequeña carcajada en dirección a mi casa.
- No sabes cuánto. - Los dos reímos durante unos segundos.
- Me lo pasé bien anoche. - Dice de repente, sin pensar, diría yo.
- Yo también. Quiero decir, que fue... Divertido. - Contesto sin apenas saber qué decir. Nunca se me han dado bien estas situaciones.
- Podríamos... Quedar algún día para tomar algo, si quieres, claro. Tengo descuento en la taberna.
- ¿No me digas? - Le digo riendo.
- Si, conozco al dueño. - Me contesta haciendo que los dos soltemos una carcajada juntos. El coche para en la puerta de la parcela de Tita.
- Estaría genial. Cuando quieras, ya sabes dónde encontrarme. - Le digo señalando la granja por la ventana, para poco después abrir la puerta y salir del coche. Le digo adiós desde fuera y empiezo a caminar hacia el interior de la finca.
Empiezo a andar por el camino que pasa por toda la granja hasta llegar a casa cuando, al pasar cerca del establo, escucho risas. Me dirijo rápidamente hacia allí y me encuentro a Austin y a AC peleando como si fueran los piratas del Caribe con rastrillos de los que se usan para la paja del establo, y a Abby riéndose como una posesa. Carraspeo la garganta haciendo que paren su juego y se giren a mirarme.
- Buenos días Bella Durmiente. - Dice Abby mientras me mira, con su ropa puesta aún. Sin hacerle mucho caso, me tiro a por Austin antes de lo que él puede reaccionar.
- ¿Tú para qué coges mi coche? Da gracias que me ha traído Liam porque si llego a tener que venir andando por tu culpa...
- Para, para, para. ¿Te ha traído Liam? - Me pregunta AC.
- Sí, si no fuera porque este imbécil se llevó mis llaves podría haber venido sola.
- Vale, vale, vale, relájate. - Me dice Austin poniendo las manos en el aire.
- ¡Que no me digas que me relaje!
- Sólo cogí el coche para venir esta mañana a la granja a cuidar a tus caballos porque tú estabas resacosa perdida, ¿puedes dejar de gritar?
Suelto un gruñido bastante audible provocando la risa de Abby y AC.
- Luego vamos a hablar tú y yo. Me voy a duchar. - Y dicho esto, salgo del establo andando como puedo ya que tacones y paja en el suelo no es una buena combinación, y me meto en casa cerrando de un fuerte portazo. Tita no está. Suspiro por ello. Subo rápidamente a mi cuarto y me deshago de toda la ropa para luego meterme en la ducha con el chorro a máxima presión. Nada como una buena ducha calentita, ignorando que estamos en Julio, para calmar el estrés provocado por semejante imbécil. Esparzo un poco de champú de frutas por mi pelo y luego aplico una mascarilla que siempre uso de coco. Me apoyo sobre la pared y dejo que el agua caiga por mi cuerpo durante un rato, siendo consciente de que este va a ser mi único momento de paz en mucho rato. Aunque me gustaría quedarme aquí a vivir, unos minutos después cierro el grifo y me envuelvo en una toalla que me cubre hasta por encima de las rodillas, dejando mi pelo libre por mi espalda para que se seque al aire. Bajo las escaleras dirección a la cocina, no he comido nada desde ayer a la hora de la cena y tengo hambre. Voy a ver si Tita ha hecho tarta de arándanos y si no puedo comer...
- ¡Austin! ¡Qué haces aquí! - Grito sobresaltada por el susto que me ha dado. Está hurgando en la nevera. - ¡Mira para otro lado!
Vale, vale, vale, perdón, sólo venía a por una Coca Cola. - Dice Austin, dándose cuenta de la situación y tapándose los ojos para desviar la mirada hacia mí de nuevo.
- ¡Que no mires! - Le grito de nuevo, haciendo que espabile. Salgo corriendo de la cocina en dirección a las escaleras mientras él se dirige a la puerta para salir de la casa.
- ¿Puedo hacer un comentario? - Me pregunta mientras yo subo los escalones a toda prisa.
- Hazlo y te castro. - Le grito desde arriba mientras me encierro en mi cuarto.
- ¡Bonitas piernas! - Es lo que escucho antes de que la puerta de casa se cierre.

Estamos los cuatro metidos en la furgoneta en dirección al restaurante de Joe, como de costumbre, solo que esta vez, en vez de ir Abby conmigo y los chicos atrás, es Austin el que va sentado a mi lado. Me ha costado la vida, pero he sido yo la que se lo ha pedido porque necesito que me aclare de una vez cómo acabé anoche en su cama.
- ¿Puedo encender la radio o me vas a odiar si vuelve a salir una canción mía? - Pregunta de repente interrumpiendo el silencio que había en la camioneta.
- No, no la enciendas, todavía me duele la cabeza. - Digo mientras masajeo mi sien con la mano derecha a la vez que con la izquierda sujeto el volante.
- Normal, menuda buena te cogiste ayer. Creí que la edad mínima para beber eran 21.
- Le dijo la sartén al cazo, porque tú tienes 17. - Le rechisto.
- Bueno pero yo cuando bebo lo hago con más cuidado, ¿sabías que el alcohol provoca...
- Austin, ¿me vas a contar lo que pasó ayer o paro el coche y te vas andando? - Le digo, de repente, interrumpiendo lo que seguramente era una idiotez.
- Nada, te llevé a mi casa, Nelly no estaba, echamos un polvo y...
- ¿¡Qué!? - Vuelvo a interrumpir, aterrada y doy un frenazo que ha debido hacer que ahí atrás se hayan dado un buen golpe porque se oyen quejidos procedentes de AC y Abby. - ¿Que hicimos qué?
Austin empieza a reírse descaradamente e incluso se le saltan las lágrimas, haciendo que me quede más confusa incluso de lo que estaba esta mañana cuando Nelly me hablaba de mis supuestas llaves perdidas.
- ¡Tendrías que haber visto tu cara! ¡Lo debería haber grabado! - Sigue riendo él, aporreando la repisa del coche y dando palmadas como una foca con los ojos muy cerrados y la boca muy abierta.
- Pero ¡tú-eres-un-imbécil! - Le grito, dejando entre palabra y palabra un golpe en su brazo izquierdo, lo cual hace que su risa aumente.
- Y tú una aguafiestas, oye. - Dice, relajando por fin su risa un poco. Vuelvo a arrancar el coche, el cual se había quedado parado en medio de la desierta carretera por culpa de mi frenazo. - Venga, ahora en serio. Estuviste bebiendo en la fiesta, luego te pusiste a bailar con el machote de Liam, parecías bastante animada porque no hacías más que restregarle ahí todo el...
- Austin, al grano.
- Vale, bueno, de repente vi que dejabas de bailar y empezabas a agobiarte, cogiste y saliste de la fiesta a toda leche. Te seguí, estabas tumbada en un árbol, parecías una vagabunda. - Ruedo los ojos y le miro con cara de pocos amigos. - Fui a hablar contigo y me di cuenta de que no ibas nada bien, así que cogí tu bolso y te llevé a tu casa. Cuando llegamos vi que Tita tenía las luces encendidas y no estaba del todo seguro de si debía dejarte allí con semejante borrachera, así que te llevé a la mía. Nelly no estaba, y cuando llegó le conté que habías perdido...
- Mis llaves, sí, me sé esa historia, qué más. - Le interrumpo, queriendo saber más.
- Te puse la sudadera para poder quitarte el pantalón sin mirar, parecía incómodo. Ah, y AC tuvo que dormir en el banco del porche porque yo me dormí en su cama, aunque con la borrachera que llevaba él también, no le vino nada mal.
- ¿Y ya está? ¿No hay más? - Pregunto aliviada.
- No, no hay más. Pero oye, que si me estás insinuando algo dímelo, porque eso de pasearte en toalla delante mía es bastante...
- Ni en tus mejores sueños. - Le digo abriendo la puerta del coche y saliendo fuera. Hemos llegado.

La comida transcurre bastante tranquila, aunque este sitio no nos traiga precisamente buenos recuerdos de ayer, intento no pensar mucho en ello. Es increíble cómo hemos pasado de estamparnos comida en la cara a hablar en la misma conversación sin querer matarnos en poco más de 24 horas.
- ¿Alguien quiere otro refresco? - Pregunto levantando mi vaso de cristal haciendo que las miradas se fijen en mí.
- Yo, por favor. - Dice Abby entregándome el suyo, exactamente igual que el mío solo que lleno de un líquido naranja en lugar de oscuro.
Me levanto dispuesta a andar hacia la barra para pedir, cuando, de repente, noto que algo va mal. Empiezo a notar mis piernas muy débiles, y todo lo que hasta hace un segundo veía claro, ahora entra en mi mente de forma borrosa. Intento mantenerme en pie, pero ambos vasos de cristal caen al suelo rompiéndose en mil pedacitos que salen disparados en todas las direcciones y poco después caigo yo detrás. Las manos de Liam me sujetan por la espalda mientras mis amigos llaman a voces mi nombre, voces que oigo cada vez más lejanas. Y lo último que veo es negro.

domingo, 5 de enero de 2014

Capítulo 4.

- Venga, sal ya, so plasta. - Me grita Abby desde fuera del baño.
- Abby, no pienso salir con esto puesto a la calle. - Contesto desde dentro mirándome al espejo de cuerpo entero colgado en la pared.
- Que salgas y calles.
Abro la puerta y salgo del baño llevando puesto un provocativo vestido dorado de lentejuelas completamente, que me llega por la parte superior del muslo. Toda mi espalda está completamente descubierta hasta casi mi cintura. Por supuesto, el vestido es de Abby, la cual ha traído 3 maletas enormes para 1 mes, como era de esperar.
- Tía, borra de tu mente el C&A. La fiesta va a estar plagada de buenorros, entre ellos Austin. - Me dice con una sonrisa divertida.
- Y dale con Austin, qué pesada eres. - Digo mientras me meto en el baño de nuevo, escuchando su refunfuño al otro lado. - Tráeme algo menos provocativo, anda.
Empiezo a desabrochar la cremallera lateral del vestido y me deshago de él quedando en ropa interior frente al espejo. Tras unos segundos, Abby cuela su mano por una rendija de la puerta dejando en mi mano una camisa blanca algo transparente y un pantalón corto de lentejuelas plateadas. Suspiro. ¿Qué le habrá dado a esta ahora con las lentejuelas? Sin embargo, me doy cuenta de que es lo menos provocativo que Abby tiene para mí así que me lo pruebo rápidamente, y, sinceramente, me gusta como me queda. Doy una vuelta mirándome al espejo y luego tuerzo la cabeza, mirándome el pelo. Suelto el gran moño que llevo puesto y agito mi melena, dejando que caiga libre por mis hombros. Ahora el conjunto me gusta mucho más que antes.
- ¿Te ha tragado el váter? - Me pregunta Abby desde fuera. Abro la puerta y salgo.
- Este me gusta.
- ¿Segura? Porque son pantalones y una falda estrecha realzaría mucho más tus...
- Abby, me quedo con esto. - Le digo cortándola con una sonrisa.
- Bueno, pero necesitas accesorios. Y unos zapatos. - Me contesta abriendo una de las tres maletas y rebuscando en ella.
- ¿Traes una maleta sólo para zapatos y accesorios? - Pregunto en una carcajada.
- Y maquillaje tía, y maquillaje. - Contesta sin parar de rebuscar entre sus cosas.
- Estás como una cabra, en serio. - Carcajeo.
- Es la maleta pequeña, te lo juro. Traigo solo lo necesario.
Carcajeo hasta que Abby me pone en la cara unos tacones negros un tanto altos.
- Estos van a ser los tuyos. - Me dice sujetando el zapato por la plataforma. Observo lo que me está dando. Es un tacón negro, como he dicho antes, con una plataforma de un par de centímetros y una enorme altura. Todo el empeine está al aire, pero tienen una cinta de menos de medio centímetro de grosor que rodea el tobillo.
- Tú le das a la droga, ¿tú crees que yo puedo andar con esto? - Le replico mientras se agacha frente a mí y me coloca el par de zapatos en el suelo para luego ponerse de pie y señalarlos.
- Paige Jessica Conway Smith, súbete a esos tacones, ya.
- Abbigail Louise Jacobs Marin, yo no sé andar con tacones.
- ¡Que te subas! - Me sobresalto al escuchar el grito de Abby y me subo a los tacones como subida por un resorte. Crezco unos 10 centímetros, lo cual para mí es una ventaja, soy bajita. Ando un poco con ellos por la habitación y descubro que no se me da del todo mal.
- Tía, vas perfectamente con ellos. - Me dice Abby mirándome de arriba a abajo.
- ¿Tú crees? - Doy una vuelta completa. La verdad es que nunca suelo arreglarme demasiado, pero me siento bien ahora, así vestida.
- Bueno, pues ahora me toca, y me voy a poner este. - Me dice sacando un vestido negro, bastante corto. Río al ver de qué está cubierto.
- Lentejuelas, ¿verdad? - Y después de esto, nos echamos las dos a reír.

|| Narra Austin ||
- Tío, eres un manta. - Carcajeo dándole rápidamente a todos los botones de mi mando en la xbox.
- Mi mando está roto, ¡mi mando está roto! - Grita él intentado defenderse de la paliza que le estoy dando. Llevamos aquí casi dos horas y, para ser sinceros, no hemos hecho nada más en toda la mañana. Llevamos dos días saliendo Paige, AC, Abby y yo juntos a la playa. Sinceramente, pienso que Paige acepta a ello por ir con Alex, porque a mí sigue odiándome, y yo a ella más de lo mismo. Siempre que vamos a la playa están hablando, picándose en el agua o simplemente, excluyéndome de la conversación. ¿Hola? Lo peor es que no sé si me molesta más que me ignore AC o Paige. Y no, no es porque me guste. Es porque AC es mi amigo y sé que aunque pase un poco de mí sigue siéndolo, pero Paige sabe que haciéndome el vacío me fastidia y continúa haciéndolo por eso. De todas formas he hecho buenas migas con Abby, no nos contamos nuestras cosas pero sí que tenemos alguien con quien hablar cuando Alex y Paige se dedican a picarse mutuamente en plan amigos del alma. Me pregunto qué estarán haciendo ahora. Seguro que están hablando de chicos guapos y de lo estupendos que son los hoyuelos de AC. Alex por aquí, Alex por allá.
- ¡GOOOOOOOL! - Grita de repente AC haciendo que me sobresalte. Me he quedado tan empanado que, aún siendo un manta, me ha marcado un gol.
- Tío, no vale, estaba pensando en mis cosas. - Le rechisto entre carcajadas.
- "Tío, no vale, estaba pensando en Paige." - Pone voz de niña al decir eso y hace una mueca imitándome haciendo como si fuera yo.
- Tú eres idiota, vamos, quiero la revancha. - Le digo apretando el botón de 'replay' en la pantalla.
- ¡Austin! ¡Alex! - Grita Nelly desde abajo. - ¡Bajar un momento!
Alex y yo nos miramos extrañados, aunque suponemos que es la hora de comer. Apagamos la tele y bajamos a toda prisa, casi cargándonos la puerta al salir tan rápido. Al llegar abajo nos encontramos con algo que, sinceramente, no esperábamos. Paige y Abby hablan animadamente con ella, sonrientes.
- ¿Que pasa, Nelly? - Le digo desde el final de la escalera, con AC detrás mía.
- Las chicas están aquí, iros a comer por ahí antes de prepararos para la fiesta, no he hecho nada de comida y no quiero que sigáis esperando. - Mientras Nelly habla me doy cuenta de algo, estoy sin camiseta. Bajo del último escalón y me coloco en el grupo con mi típico andar de chico malo, esperando que, como a todas, a Paige se le caiga la baba al verme. Pero para mi sorpresa, ni siquiera ha dirigido la mirada hacia mi abdomen. Ni una sola vez. Esta chica debe tener un trauma desde pequeña o algo.
- Esperad un minuto, subimos a cambiarnos. - Y dicho esto, AC y yo nos subimos de nuevo las escaleras.
- Tío, el otro día los Ángeles de Charlie y ahora te crees Danny Zuko en plan Grease o qué te pasa? - Me dice Alex riéndose de mis movimientos de antes.
- Tío, no me ha mirado ni una sola vez, ¿te lo puedes creer?
Alex ríe mientras se coloca otra camiseta de Vans y pasa por mi lado saliendo de la habitación, dejándome a mí solo rechistando.

|| Narra Paige ||
La comida transcurre bastante bien, hemos venido a un restaurante (o más bien taberna) de aquí del pueblo, donde todo el mundo se conoce. Es una taberna pequeña, con paredes de madera y mesas del mismo material, cubiertas con unos manteles de cuadros rojos y blancos de lo más tradicionales. En la barra Joe, el camarero que lleva aquí más de lo que mi memoria alcanza, sirve a los clientes ayudado de su hijo Liam. No conozco de mucho a su hijo, me he cruzado con él varias veces y a veces hemos mantenido una conversación, pero poco más sé de él. Aunque, siendo sinceros, el chico atrae bastante. Es alto, aunque no tanto como Austin, con el pelo moreno y relativamente largo, y ojos azules. El chico hace suspirar a más de una en el pueblo, pero a mí me atrae su físico, a secas.
Hemos pedido unos nachos con queso para el centro y una quesadilla con carne para cada uno. Para quien no lo sepa, una quesadilla es un cuenco enorme de carne picada con 5 tortitas de trigo, echas la carne en la tortita y te lo comes enrollado. Muy típico de la taberna.
Hablo animadamente con AC, sentado delante de mí. A su lado está Austin, pegado a la ventana, y al mío Abby, quedando en frente de él.
- ¿De verdad esa chica te pidió que le firmaras las tetas? - Digo en una enorme carcajada, luchando por no escupir toda la coca cola que me he metido en la boca.
- Te lo juro. No sabía donde meterme. - Todos en la mesa soltamos una enorme risa menos Austin.
- Sí, mis fans son así. - Dice, completamente serio, haciendo especial énfasis en el 'mis'.
- No estamos hablando de quién son las fans, estamos hablando de AC. ¿Te importa? - Le contesto, empezando esta vez a cansarme en serio de sus tonterías.
- Sí, lo que tú digas. - Me dice sin apartar los ojos de la ventana.
- ¿Te he faltado yo al respeto en algún momento? ¿Por qué tienes que faltármelo tú a mí entonces? ¿Quién te crees? - Elevo el tono de voz hasta el punto en el que toda la taberna se ha girado a mirarnos.
- Hostia, AC. ¿Desde cuándo hablan los perros? - Clic. Acaba de activar mi modo furia que no le convenía nada. Noto un calor subirme por la garganta hasta llegar a mi cerebro, en este momento sólo sé que le odio y no soy consciente de mis actos.
- ¿Me estás diciendo que soy como un perro, eh? - Prácticamente chillo en medio del local.
- ¿Estás sorda o qué te pasa? - Contesta con su típica chulería y su media sonrisa de satisfacción.
Esa sonrisa no, esa sonrisa no, esa sonrisa... No me da tiempo a acabar la frase en mi mente, me he cabreado tanto que, en menos de lo que él puede decir 'soy insoportable', yo he llenado una tortita hasta arriba de carne y la he estampado contra su cara, llenándole de comida y salsa hasta los topes.
- ¿Crees que un perro puede hacer esto? ¿Eh? Imbécil. - Salgo de la taberna hecha una furia bajo las miradas de todos los que están allí comiendo. Tengo una mala leche ahora mismo corriéndome por las venas y sé perfectamente qué tengo que hacer para calmarme. Llego a mi casa y, pasando por la puerta trasera llego al establo, cojo a Arthur y pongo camino al bosquecito.

|| Narra Austin ||
Salgo de la ducha y enredo una toalla en mi cintura, creo que todavía desprendo calor del cabreo. ¿Quién se cree? Por lo que me ha contado AC, ella salió de allí hecha una furia y yo solo me puse muy muy muy rojo, y no sé si era de la vergüenza o de lo mucho que quemaba la carne. A la vuelta acompañé a Abby a su casa para dejarle las cosas claritas a Paige pero no estaba por ningún sitio. A ver si se pierde. Agradezco a Dios que esto me haya pasado en un pueblo fantasma y no en Miami.
Salgo del cuarto de baño y entro en la habitación, donde me encuentro a Alex tumbado en su cama, quien al verme se empieza a poner rojo como un tomate e incluso se le sale la lagrimilla de la risa.
- Ni una palabra. - Le apunto con el dedo, provocando que no pueda aguantar más su risa y estalle en una enorme carcajada que se debe haber oído desde Toronto.
- ¡Tío, tendrías que haberte visto! ¡Parecías una boca de riego! - Me dice riéndose tanto que parece que se le van a desencajar las mandíbulas.
- ¡No me hace gracia! ¡No tenía ningún derecho a hacerlo! - Grito caminando hacia el armario y sacando la ropa de la fiesta, un vaquero negro con una camisa blanca que llevaré remangada y por fuera seguramente y mis típicas Adidas blancas.
- Tío, sabes que no te molesta porque ha sido ella y no otra, deja de hacer que estás cabreado. - Me dice mi mejor amigo empezando a ponerse algo serio.
- ¿Qué dices, tío? Juro que si no fuera una tía la habría matado allí mismo. - Contesto hecho una furia.
- Austin, sabes que no es así.
- ¿Cómo que no? Si incluso he ido a su casa a buscarla para dejarle las cosas claritas, tú lo has visto, ella no estaba en casa.
- Ya, ¿y si llega a estar? ¿Qué? - Me dice esta vez él, saliendo del cuarto para meterse en la ducha, dejándome completamente confundido por todo lo que me acaba de decir. Pero no, después de darle muchas vueltas me he auto convencido de que no tiene razón. Yo odio a Paige, fin de la discusión.
Después de este lapsus repentino, saco la toalla de mi cintura y empiezo a vestirme con la ropa que he preparado. Esperemos que la noche de hoy lo arregle.

|| Narra Paige ||
- ¿Llaves?
- Sí.
- ¿Dinero?
- Sí.
- ¿Carnet?
- Sí.
- ¿Tetas?
- S... ¡ABBY! - Grito en una carcajada mientras mi amiga se ríe de lo que casi digo. Después de despedirnos de Tita, salimos de casa andando sobre nuestros tacones y nos metemos en la furgoneta poniendo rumbo a casa de Nelly. Abby se retoca el maquillaje en el espejito mientras yo conduzco seria sabiendo que seguramente me toque aguantar esta noche al estúpido de Austin.
- Sé lo que estás pensando, y nada de tirar bebidas encima a nadie, ¿entendido? - Me dice Abby mientras esparce el pintalabios por su labio inferior. Asiento y suelto una leve risita anulada automáticamente: hemos llegado. Toco el claxon un par de veces haciendo que el estúpido y AC salgan del porche bastante arreglados, con camisa y bien peinados. Ambos se montan en la parte trasera de la camioneta sin ni siquiera preguntar, ya que es el sitio que ocupan siempre que cogemos el coche.
- Tía, Austin va guapísimo. Es tu oportunidad, esta es la noche. - Me dice Abby divertida levantando una ceja.
- Y dale. Que no quiero nada con él. - Suspiro mientras arranco el coche, dando a mi amiga por perdida. - Nada.

La música suena alta haciendo que las centenas de personas jóvenes de todos los pueblos de los alrededores bailen a su ritmo con sus vestidos ajustados y sus polos pijillos de Ralph Lauren, especiales para la ocasión. Supuestamente es una fiesta para mayores de edad, ya que dentro venden alcohol, pero, sin embargo, cualquiera puede entrar y acceder a este sin problemas, y de hecho, la mayoría de los presentes son de nuestra edad o poco más mayores. Abby y yo entramos delante y, tras observar el panorama, nos sentamos en la barra a pedir algo de beber. Austin y Alex, sin embargo, van a hacerse amigos de unas rubias espectaculares que hay en la pista de baile moviendo bastante el culo con intención de llamar la atención. Ruedo los ojos y me centro en Abby, quien ya ha pedido y me ofrece un vaso con un líquido amarillo dentro. Lo pruebo. Reconozco el sabor al instante, es Fanta de limón con vodka blanco. A partir de ahí, la fiesta se resume en bailar, beber y seguir bailando. Una hora después empiezo a notar el efecto del alcohol en mis venas y, para mi sorpresa, he perdido de vista a Austin. Que le den, hoy es día de disfrutar. ¡Fiesta!
Sigo bailando junto a Abby cuando unas manos rodean mi cintura de repente, sin aviso previo. Al principio me alarmo, pero respiro tranquila al ver que es solo Liam, el hijo del tabernero. Una parte de mí no puede evitar sentirse incómoda ante su presencia, pero mi otro lado se activa automáticamente cuando mis ojos divisan a Austin entre la multitud con una de las rubias descomunales de antes. Ella baila muy pegada a él, con su copa en la mano mientras él mira finamente lo que Liam y yo hacemos. Mi instinto se activa en seguida y me giro quedando muy cerca de mi nuevo acompañante, bailando de forma muy sexy. Miro de reojo como Austin sigue mirando. Se ha dado cuenta de mi juego y quiere ver a dónde puedo llegar con esto. Bailo aún más pegada a Liam, teniendo su cara a centímetros de la mía. Austin, finalmente, cede y rueda los ojos apartándose de la rubia y dejándola bailando sola en medio de la pista, aunque con sus curvas no tarda mucho en encontrar un nuevo acompañante.

|| Narra Austin ||
Hemos conocido a un grupo de chicas de Nueva Orleans, bastante majas y, para qué mentir, tienen todas unos cuerpos descomunales. Desde el principio de la fiesta he hecho bastantes migas con una que se llama Sarah, pero sin embargo, Paige ha desaparecido de mi campo de visión. La verdad, hace un par de horas que no pienso en ella. Por otro lado, Alex está empezando a ir como una cuba, lo cual solo le anima a arrimarse más a las chicas, y, aunque me atrevería a decir que está haciendo el ridículo, ganarse a alguna que otra chica. Nunca entenderé cómo lo hace, para ser sincero. Se supone que yo debería llevarme a las chicas, quiero decir, yo soy Austin. Da igual, dejémoslo.
Sarah baila muy pegada a mí, con su cabeza demasiado pegada a mi cuello. Pongo la mano en el fuego a que en cualquier momento va a empezar a jugar con él, y eso no estaría nada mal. Pongo una mano sobre su espalda acercándola aún más a mí. Haciendo esto, provoco lo que venía temiendo desde hace un rato: Sarah coloca sus labios sobre mi cuello y empieza a mordisquearlo entre risillas. Bajo mi mano, la cual estaba posada en su espalda, y esbozo mi media sonrisa de satisfacción al ver que no me lo impide al ponerla sobre su culo. Estoy bastante a gusto aquí, sí.
De repente, la veo. Está bailando al lado del altavoz, con el chico de la cafetería, el hijo de Joe. Él agarra su cintura con fuerza y ella no opone resistencia alguna al bailar pegada con él. De repente, sus ojos se posan en mí y en Sarah, y acto seguido, se da la vuelta para bailar con Liam tan cerca que parece que le va a comer la boca de un momento a otro. Me quedo mirando hasta que se gira para comprobar si me sigue interesando, y, en efecto, quiero saber hasta donde es capaz de llegar por darme celos, lo cual es algo estúpido teniendo en cuenta nuestro odio mutuo. Ella se acerca a Liam aún más haciendo que mi intento de ganar esta estúpida batalla sea fallido. Aparto a Sarah de mí y me dirijo al baño para mojarme un poco la cara. Hago un charco en mis manos y lo estampo repetidas veces contra mis ojos y mis mejillas, despejándome un poco. ¿Se puede saber qué me pasa? Ni siquiera he aceptado cuando han querido ofrecerme alcohol, y, aunque sea menor de edad, no soy de los que rechazan una buena copa de vez en cuando. Intento auto convencerme de que no son celos, pero la charla con Alex de hace unas horas rebota en mi cabeza todo el rato.

|| Narra Paige ||
No sé cuánto tiempo llevo de fiesta, no sé dónde está Abby ni tampoco sé donde están los chicos. Solo sé que el alcohol ha causado efecto en mí y estoy empezando a encontrarme mal. Estoy agobiada entre tanta gente y el calor está empezando a llenar la sala de un modo bastante incómodo. Necesito salir de aquí. Andando torpemente como puedo, intentando ignorar el alcohol que tengo en mis venas, encuentro la puerta de salida. Ando agarrada a la pared, el suelo da vueltas a mi alrededor y tengo la sensación de que voy a caerme en cualquier momento. Fuera de la fiesta hay un jardín, donde ahora mismo no hay nadie, así que busco un árbol y me siento rápidamente apoyando mi cabeza sobre el tronco. Respiro hondo intentando sacar de mí todo se agobio producido minutos antes en la fiesta. Dentro de mi cabeza todo da vueltas. Torpemente quito mis tacones, que ya empezaban a pesar, y pongo mis pies descalzos sobre la hierba fresca del suelo, lo que me relaja al instante. Me apoyo hacia atrás y cierro los ojos, aunque sé que así sólo voy a conseguir dormirme, pero me da igual, necesito bajar el efecto del alcohol como sea. Empiezo a irme a mi mundo cuando unos pasos me sorprenden, haciendo que abra mis ojos sin levantar la cabeza. Distingo unas Nike blancas bastante caras. Un recuerdo invade mi mente de repente.
"Oye, perdona. Tu desayuno se acaba de cargar unas zapatillas de 200 dólares".
Levanto la vista rápidamente y me lo encuentro allí, de pie, mirándome con su típica sonrisa de 'yo tengo la razón siempre'.
- ¿A ti no te han enseñado que dormir cuando estás al borde de un etílico no es buena idea? - Dice mientras, sin aviso previo, se sienta a mi lado. No contesto, simplemente apoyo mi cabeza en el árbol de nuevo. Escucho una pequeña risa por su parte y cierro los ojos con intención de dormirme de nuevo, sin hacer caso de que sigue ahí. Intento volver a la calma del sueño, pero noto como, de repente, se va de mi lado. Le odio, pero la verdad, era para mí un alivio que estuviera aquí por si me pasara algo. Pero claro, teniendo a todas esas chicas dentro babeando por él ¿por qué iba a preocuparse por mi estado? Sea como sea, una parte de mí no puede evitar sentirse un poco decepcionada. Intento dormir, de nuevo, y una vez más, sus pasos me hacen dirigir mi mirada hacia él. Acaba de salir de la fiesta, incluso diría que da un suspiro de alivio al ver que sigo en el árbol y no me he ido. Lleva mi bolso en una mano y las llaves del coche en la otra. Cierro rápidamente los ojos para comenzar a hacerme la dormida, aunque, sinceramente, no me es muy difícil ya que media parte de mí está inmóvil. Quiero comprobar su reacción sin tener que preocuparme por responder a sus preguntas o por andar hasta el coche.
Noto como llega a mi lado y, tras colgarse mi bolso y, para mi sorpresa, me coge al estilo nupcial levantándome del suelo. Después se agacha conmigo en brazos y coge los altos tacones de Abby. Me acurruco en sus brazos, aspirando su fuerte olor a One Million. Sí, toda la razón, odio todo lo relacionado con él, pero ahora mismo no puedo valerme por mí misma, aunque debo admitir que estoy completamente sorprendida por su reacción al verme en el árbol tirada. Anda durante un par de minutos cargando conmigo en brazos hasta que llegamos al coche. Noto como, torpemente, abre el pestillo y la puerta, sentándome delicadamente sobre el asiento del copiloto. También noto cómo deja mi bolso apoyado en mis pies, al igual que los tacones, antes de cerrar la puerta. Apoyo mi codo en la ventana para poder sujetar mi cabeza con mi mano mientras miro muy disimuladamente cómo Austin da la vuelta para sentarse en el asiento del piloto y arrancar el coche.

|| Narra Austin ||
Voy por el camino a dejar a Paige en su casa, montado en su furgoneta y con ella dormida en el asiento del copiloto. Por un segundo me pregunto cómo he llegado a esto cuando hace 12 horas estaba restregando una torta de carne por mi cara. No sé muy bien lo que ha pasado antes en el árbol, sólo sé que en mi cabeza ha habido un cúmulo de confusiones que me ha hecho preocuparme por ella. La veía allí sentada, tan pequeña, y recordaba las palabras de Alex. "Tío, sabes que no te molesta porque es ella y no otra." Intento sacar de mi cabeza que lo que él diga sea verdad, pero si he hecho esto es porque mi subconsciente ha querido. Yo estoy muy seguro de mis sentimientos hacia ella, y si tengo algo claro es que no puedo soportarla. Sin embargo, no puedo estar del todo seguro cuando estoy llevándola a su casa porque va completamente borracha.
Cruzo la esquina que lleva a la casa de Tita y hay algo que me hace aparcar el coche en la puerta y reflexionar sobre lo que voy a hacer: la luz está encendida, lo que quiere decir que hay alguien dentro. No conozco a la faceta borracha de Paige, así que no sé si Tita sabe esta afición suya, o si la regañará mucho por esto, con lo cual no sé si dejarla en casa o ocultárselo a Tita y salir de allí.
Después de mucho pensar darle meneos a Paige para que se despierte sin éxito, arranco la furgoneta y me pongo camino a casa de Nelly, a mi casa. No voy a arriesgarme a que Tita la mate por beber tanto y luego ella me mate a mí por haberla dejado en casa. Como ya sabía, Nelly no está, seguirá en la feria (donde se reúnen los mayores del pueblo mientras los jóvenes nos divertimos en la fiesta) jugando al chichón o algo por el estilo. Aparco la camioneta en la puerta y bajo, cerrando de un portazo detrás de mí. Rodeo la parte delantera del coche para abrir la puerta de Paige y volver a cargarla a ella y sus cosas y, torpemente, abrir la puerta de casa con ella en brazos y cerrar con el pie. Todo está oscuro. Subo las escaleras a ciegas, rezando para no darme un mamporrazo y quedar como un idiota delante de ella. Aunque, bueno, aunque se cayera de cabeza por aquí, tampoco creo que se despertarse, teniendo en cuenta el estado en el que está. Entro en la habitación de Alex y mía y, tras soltar su bolso y sus zapatos sobre la silla, la coloco delicadamente sobre mi cama. Respiro cansado. Reviso por si Nelly o Alex estuviesen en casa, pero estamos solos. Vuelvo a mi habitación y la observo. Es insoportable y a veces incluso intimida, pero ahora parece tan pequeña y tan vulnerable que incluso tengo ganas de achucharla. Sacudo mi cabeza sacando de mi mente ese pensamiento y vuelvo a mirarla. No creo que esté muy cómoda, así que tengo dos opciones. Dejarla así y que duerma con el short de lentejuelas... O quitarle la ropa. Trago saliva sonoramente mientras noto como, de repente, mis terminaciones nerviosas se han activado haciendo que me tiemble hasta el pelo. Analicemos, la camisa no puede ser muy incómoda, así que esa parte dejémosla como está. Para quitarle el pantalón sin parecer un violador , le pongo con cuidado una sudadera mía con estampado de pizza que le cubre poco por encima del muslo y, sin mirar (mucho), le quito el pantalón corto dejándolo sobre la silla también. Respiro aliviado y, tras quitarme mi camiseta y ponerme el pantalón del pijama, me tumbo en la cama de AC y dejo que el sueño se apodere de mí también.


RT aquí si has leído el capítulo. No me cansaré nunca de decirlo, lectores fantasma no, porfi. Me hace mucha ilusión que deis RT. Gracias a todas.

sábado, 4 de enero de 2014

Capítulo 3.

Ya van dos semanas de verano y cada día soporto menos a Austin. En serio, cuando parece que está empezando a ser algo más amable, suelta la típica tontería relacionada con su mundillo de famoseo y lujos por todos lados. Aunque, para ser sincera, he de admitir que se le da cada día mejor el campo. Si sigue así algún día incluso le daré las gracias por hacer algo productivo. No, en realidad no creo.
Hoy es un día especial. Dentro de dos días es la fiesta del verano, una que celebramos todos los años aquí en el pueblo, con lo cual viene Abby, mi mejor amiga de Houston. El único inconveniente es que, tras mucho pelear, Austin consiguió convencer a Nelly de que le dejara traer a un amigo a él también, un tal AC. Mientras no sean los dos igual de odiosos, todo irá bien, supongo. Espero. Se lo imploro a Dios, si es que existe.
La verdad es que durante estas dos semanas yo tampoco he hecho el esfuerzo de llevarme bien con Austin, y creo que la razón es obvia, no tengo interés en llevarme bien con él. Aunque también es cierto que el verano se haría mucho más llevadero si nos lleváramos mejor. Ya lo hablaré con Abby luego, ahora tengo que vestirme y ir a recoger al idiota para hacernos el viaje hasta el aeropuerto para recoger a nuestros amigos.
Tras darle muchas vueltas he llegado a la conclusión de que da igual lo que me ponga, Abby irá mejor vestida que yo, siempre va mejor vestida que todo el mundo, así que me decido por un simple short clarito desgarrado, una camiseta negra remetida por dentro y unas vans del mismo color de suela gruesa. Paso mi mano por mi cabeza echando mi larga melena hacia atrás y me miro en el espejo. No está tan mal para haberlo improvisado en dos minutos. Cojo mi móvil, el cual lleva toda la noche cargando, y tras despedirme de Tita y coger las llaves de la furgoneta, salgo de la casa a toda prisa hacia el porche de Austin. Aporreo la puerta de atrás un par de veces, ya que veo por la ventana cómo Austin está sentado en la cocina tomando el desayuno tranquilamente. Al oírme, se levanta sobresaltado dejando el tazón en el fregadero y saliendo de un recalcado buen humor.
- Buenos días a ti también. - Me dice con una sonrisa mientras descarto mentalmente la idea de que ese buen humor tenga algo que ver conmigo.
Sin decir nada camino hacia la furgoneta roja aparcada en el camino y, una vez dentro ambos, arranco y me dirijo a la ciudad.

|| Narra Austin ||
El camino transcurre tranquilo, la radio suena apenas audible transmitiendo las notas de 'We Can't Stop', de Miley Cyrus. Paige mantiene su mirada fija en la carretera sin decir palabra. Canturreo por encima las notas de la canción de la gran diva del pop con cuidado de no molestar, recordando la conversación que tuvimos el día en el que la conocí.
- ¿Se puede saber a qué viene ese buen humor? - Pregunta de repente haciendo que me sobresalte.
- ¿Te molesta? - Le contesto, intentando tomar las riendas de la conversación.
- Me irrita. - Termina ella. Después de unos segundos de silencio, contesto a su pregunta.
- Es AC. Hace mucho que no le veo. - Ella contesta con una mueca en la cara y continúa mirando fijamente a la carretera hasta que el silencio es interrumpido por una nueva canción que comienza a sonar en la radio.
"Now that I have captured your attention, I want to steal you for a rhythm intervention Mr. T say I'm ready for inspection..."
Puedo observar cómo la boca de Paige se entreabre mostrando una franja de sus dientes haciendo que sea apreciable una ancha sonrisa en su cara mientras, sin apartar la vista de la carretera, sube el volumen del aparato y comienza a canturrear las notas de la canción.
- ¿Te gusta Selena Gomez?
- ¿Te molesta? - Me contesta ella imitando nuestra conversación de hacía unos minutos, esta vez a la inversa.
- Me irrita. - Digo imitando su sonido de voz y esbozando media sonrisa en señal de victoria. Después de unos segundos, continúo hablando.
- No, en serio. ¿Te gusta? - Insisto.
- Austin, ¿sabes qué? - Me dice desviando sus ojos de la carretera por primera vez. - Lo único que me gusta de ti es que conoces a Selena Gomez. - Levanto las manos en señal de paz y continúa el viaje en silencio mientras miro a la carretera.

- Oh, venga ya, ¿3 dólares por aparcar aquí? Menudos ladrones. - Dice Paige indignada mientras mete las monedillas en la máquina, extrayendo el ticket segundos más tarde.
- Oye, ¿cómo van a volver tu amiga y AC luego? - Le pregunto mientras ella abre la puerta para dejar el ticket sobre la repisa del coche. - ¿En la parte de atrás?
Ella cierra la puerta y me mira fijamente por unos segundos antes de contestar.
- Tu amigo y tú vais atrás. - Y dicho esto, se dirige hacia la parte de llegadas del aeropuerto.
Al llegar allí descubro que no es buena idea aparecer por ahí como si nada. AC debe haber dicho por Twitter cuáles son los planes de hoy, esto está lleno de Mahomies.
- Mierda, mierda, mierda... - Susurro mientras me pego a una pared en una columna rezando para que no me hayan visto.
- ¿Se puede saber qué te pasa? - Me dice Paige haciendo una mueca con la cara. - Austin, eres...
- Shhhhh. - Le susurro. - ¿Quieres hacer menos ruido?
Paige mira hacia la sala donde mis fans esperan y pone una cara de entre 'me lo imaginaba' y 'maldigo a este niño'.
- Tú solo cállate y ayúdame a salir de aquí, ¿quieres? - Le digo intentando salir del apuro en el que me he metido.
- ¿Y qué propones? Te acabas de quedar atrapado entre tus propias fans, eres todo un Einstein. - Eleva un poco el tono de voz.
- ¿Quieres hacer el favor de callarte? - Observo a mi alrededor en busca de una salida mientras escucho como ella bufa bien alto en señal de protesta por mi contestación. Encuentro mi salida, la zona vip del aeropuerto.
- Ya lo tengo. Vamos a entrar ahí. - Digo señalando hacia la gran puerta con marco dorado junto a la cual hay un segurata vestido de negro.
- Austin, yo no es por desanimarte pero... Imagínate por un sólo segundo que eres lo suficientemente importante como para que te dejen entrar en ese sitio. - Me contesta rodando los ojos. Imito el gesto. Esta chica me saca de quicio.
- Yo tal vez no, pero mi mánager... - Digo sacando mi iPhone 5, haciendo que ella abra los ojos, interesada (o al menos aparentándolo). - Sí lo es.
Marco rápidamente el número de teléfono mientras indico a Paige lo que tiene que hacer.
- Vale, ahora tienes que ir y darle el teléfono al segurata, él hablara con Rocco y nos dejará entrar. Simple.
- Espera, ¿qué has dicho? ¿Que yo tengo que hacer algo para salvarte a ti? ¿Desde cuándo? - Me corta rápidamente usando su tono de burla.
- Paige, no estamos para bromas, si me ven en la ciudad podría meterme en un lío y...
- Pero ese no es mi problema. - Me vuelve a cortar.
- Bueno pero podrías tener una mínima ética y ayudar a un amigo. - Espero en silencio.
- El problema es que tú no eres mi amigo.
- ¿Quieres entrar ahí dentro o prefieres quedarte aquí tirada al lado del cubo de la basura? - Le digo empezando a hartarme de sus reacciones de niña idiota. Rueda los ojos y, tras un pesado suspiro, asiente haciendo que salga a la luz mi épica media sonrisa de satisfacción.

|| Narra Paige ||
Miro a Austin marcar el número de teléfono y pienso en cómo he llegado hasta ayudarle cuando hace dos semanas quería estrangularle con un calcetín. ¿Me estaré volviendo más debilucha?
- Hola, Rocco, sí, emm... Soy yo, Austin. Sí, sí, por el campo todo muy... Bonito. Oye, escucha, sé que mamá y tú me prohibisteis salir de Barstow pero... Bueno, estoy en el aeropuerto y necesito que... No, no. Es AC, viene desde Miami y quería venir a buscarle así que... Bueno estoy escondido detrás de una columna, hay decenas de mahomies aquí y necesito que hables con el de vip para que nos deje entrar a Paige y a mí. Rocco, Paige la de la granja. ¿Qué? Ni de coña es mi novia, cuando refunfuña es como una vaca. - Dice mientras, divertido, me guiña un ojo. Le miro con indiferencia y hago ademán de salir de nuestro escondite por la grosería que acaba de decirme, pero entonces ocurre algo muy raro. Austin agarra de mi muñeca tan fuerte como si al soltarme fuera a salir volando, y tira de mí fuertemente haciendo que mi cuerpo se pegue al suyo en un solo tirón. Al ser él tan alto, mi cabeza no llega más arriba de su boca. Le miro a los ojos, son azules. Azules, del azul más bonito del planeta tierra. Miro a sus labios, nunca los había visto desde tan cerca. Son gruesos y parecen suaves y...
- Paige, que le des el teléfono al guardia. - Me dice Austin sacándome de mis pensamientos y entregándome su iPhone 5. Mierda, ¿me he quedado embobada mirándole?
- Ya lo sabía. - Contesto rápidamente, intentando escabullirme de la extraña situación en la que me he metido. A juzgar por la risilla que acaba de soltar Austin, yo diría que me ha pillado.
Salgo de nuestro escondite dirigiéndome lo más rápido que puedo hacia la puerta vip y, sin decir 'hola' si quiera, le doy el móvil de Austin al guardia de seguridad, el cual me mira con una sonrisa algo extraña.
- Es para usted. - Le digo, aclarándole el motivo de su confusión. Él asiente y coge el teléfono hablando con Rocco que está al otro lado de la línea. Mientras hablan, me fijo en la multitud. Son chicas casi todas, de mi edad más o menos, tal vez más pequeñas. Cantan a coro una canción, seguramente de Austin, esperando que su ídolo les oiga. Pienso en el artículo que leí hace unas semanas por el cual Austin está aquí, ¿no están enfadadas con él? Quiero decir, hace nada le pegaba bocinazos a una de ellas y ahora están aquí cantando sus canciones, provocando la intriga de todos los que pasan. No lo entiendo. Muy bueno tiene que ser para que sus fans sigan adelante con él. Aunque, poniéndome de su parte, si fuera Selena yo ya habría olvidado todo lo que pasó.
- De acuerdo, un saludo. - Dice el guardia colgando el teléfono de Austin y entregándomelo un segundo más tarde.
- Dile a tu amigo que pase. - Me comenta amable mientras abre la puerta de la gran sala.
- Eh, tú. - Digo, siendo consciente de que podría liar una buena si gritara su nombre. - Ven.
Austin se da cuenta de mi llamada y se acerca haciendo movimientos como si llevara una pistola en sus manos y pegándose mucho a las paredes.
- Eres Austin Mahone, no un ángel de Charlie. - Le digo entrando tras él a la sala.
Observo la enorme habitación donde nos han metido. Está toda pintada de color blanco, decorada en tonos dorados. En el centro hay varios sillones de cuero del bueno. Incluso las baldosas del suelo son de mármol bueno y no de plástico como las de fuera. Todas las personas que están allí dentro son señores o señoras de negocios, con sus grandes ordenadores y maletines enormes llenos de papeles con cuentas numéricas kilométricas. Y luego, por otro lado, estamos Austin y yo. En vaqueros y zapatillas. Austin va a decirme algo pero le ignoro completamente y me alejo de él dejándole con la palabra en la boca. Me acerco a un sofá libre y empiezo a ojear una revista que hay sobre la mesa. Miro de reojo cómo Austin se queda de pie, sin saber qué hacer. Juguetea nervioso con sus dedos haciendo que su expresión sea de niño adorable. Eh, stop. Austin no es adorable. Es idiota. Sí, eso es. Vuelvo a mi revista y me pierdo entre las páginas de moda, dejando pasar el tiempo. Un minuto, cinco, diez, veinte. Hasta que un sonido me hace volver a la realidad.
'Din din din, señores pasajeros les informamos de que el vuelo 3726 con salida en Miami acaba de efectuar su llegada.'
Levanto la vista dejando la revista sobre la mesa y veo a Austin entre los hombres con traje imitando mi gesto. Se levanta rápidamente de su asiento y va a hablar con un guardia. Seguramente se esté asegurando de que nuestros amigos vengan a parar a esta habitación, o al menos AC, que ya debe estar deambulando por el aeropuerto en busca de su amigo. Tras darle unas cuantas indicaciones al guardia de seguridad, se vuelve a sentar con su típica media sonrisa de satisfacción. Odio cuando hace eso, de verdad, me saca de quicio. Vuelvo la vista hacia abajo, esta vez a mi móvil, y le envío un WhatsApp a Abby.
Yo: ¿Cuándo llegas? El amigo del estúpido está al caer. 11:26 am.
Veo que está en línea, así que eso es que ya ha aterrizado.
'Din din din, señores pasajeros les informamos de que el vuelo 8362 con salida en Houston acaba de efectuar su llegada.'
Abby: Si la señora gorda que tengo sentada al lado se mueve, estaré allí en nada. Si no, no me esperéis para cenar. 11:27 am.
Sonrío antes de escuchar un ruido que me hace levantar rápidamente la vista de la pantalla para mirar en dirección a Austin, que está abrazado a un chico más bajito que él, de mi estatura digamos. Durante el abrazo no puedo verle, pero cuando se separan sí puedo observarle. Es un chico castaño, con la piel algo oscura y los ojos color café. Tiene una alegre sonrisa y una dentadura perfecta que muestra al haber vuelto a ver a su amigo. Eso sí, debe tener un diseñador hipster o algo por el estilo, porque lleva un gorro de lana en pleno julio. Austin señala en mi dirección y ambos se dirigen hacia mí mientras dicen algo entre ellos.
- Hola, soy Alex Constancio, pero llámame AC. - Me dice el chico, siendo muy amable conmigo.
- Hola, soy Paige, así que llámame... Paige, supongo. - Digo, dándome cuenta segundos después de la gran idiotez que acabo de soltar. Empiezo a hablar con Alex, sacando cualquier tema de conversación, hablando de Miami y de lo mucho que le gusta montar a caballo, lo cual es un punto a mi favor. Miro de reojo como Austin se siente excluido de la conversación y empieza a resoplar mirando al techo. Esto sólo me da ganas de continuar mi charla con AC y eso hago hasta que unas manos me tapan los ojos por detrás. Reconozco inmediatamente el olor a coco que desprende y me giro rápidamente liberando mis ojos de sus manos para fundirme rápidamente en un tierno abrazo con ella. Tras unos segundos así, me separo y la observo. Es una chica bajita, como yo, más bajita que AC incluso. Tiene el pelo completamente negro y largo, aunque lo trae recogido en una trenza de espiga perfectamente hecha. Su piel no es pálida ni bronceada, una tonalidad media. Sus ojos son enormes con un iris de color gris azulado que siempre me encantó. Miro hacia abajo. Como ya sabía, va mejor vestida que yo. Lleva una falda azul oscuro al más puro estilo Ariana Grande, bien subida dejando ver sólo una pequeña franja de su estómago. El resto está cubierto por un top vaquero del mismo color con un estampado de flores rosas y unos botones negros en el pecho. Lo ha combinado con unas Dr. Martens de color negro, y un gracioso gorrito de lana a juego. Otra hipster. Incluso lleva el colgante con la cruz enorme que cuelga por su franja desnuda del estómago.
Tras un momento de fangirleo total porque estamos juntas de nuevo, atrayendo la atención de todos los presentes, presento a Austin y a AC a Abby y salimos rápidamente de allí por el garaje huyendo de la masa de fans que se encontraba en el aeropuerto.

|| Narra Austin ||
Después de la larga charla que ha tenido Paige con Alex tenía la pequeña esperanza de que nos dejara ir a todos en la parte de delante de la camioneta, aunque fuera algo apretados, pero al parecer el rencor hacia mi persona es más grande que cualquier vínculo con AC. Conclusión, vamos los dos sentados en el hueco trasero de la camioneta, mientras ellas van dentro con el aire acondicionado bien fresquitas. Aunque, en realidad, así puedo hablar de mis cosas con Alex, me va a dar un soponcio como no lleguemos pronto.
- Eh, tío, ¿qué tal lo llevas en la granja? ¿Te pones petos vaqueros y botas de cowboy? - Me pregunta, sentado en su esquinita, riéndose de mí.
- Alex, eres un mierdas. - Le contesto esbozando una sonrisa. Me alegro de que esté aquí por fin.
- No, en serio, ¿qué tal? ¿Y con la chica? - Pregunta esta vez, haciendo que esta vez mis pensamientos se vayan volando a Paige.
- Bien.
- Uh, eso no ha sonado muy convincente. - ¿Por qué me tiene que haber tocado el amigo que sabe hasta cuando te pica la espalda?
- A ver, bien... Que me cae fatal pero que... A ver como te lo explico. Es una egoísta, una marimandona, una antipática y para colmo...
- Tío, al grano. - Me dice Alex haciendo que esboce otra sonrisa.
- Que con ella puedo ser yo mismo. - Silencio de unos segundos. - Me refiero, con ella no hay cámaras, no hay fans, no hay entrevistas ni salgo en los periódicos. Tío, en el aeropuerto me he puesto a imitar a Cameron Diaz. Imagínate que hiciera eso en pleno Miami, me darían por un loco fumado que está echando a perder su carrera en menos de lo que yo pudiera decir 'hola'. Pero sin embargo, con ella en este pueblo, pues no pasa nada de esto, me saca de quicio, sí, pero puedo ser Austin y no Austin Mahone el de What About Love. - Alex me mira por unos segundos en silencio. Ahora seguramente me dirá que no me enamore y bla bla bla cuando yo sólo me siento cómodo fuera del mundo. No saldría con ella ni aunque me pagaran.
- Tío... ¿No te ha pegado por imitar a Cameron Diaz? Yo lo habría hecho. - Y otra carcajada por cortesía de Alex Constancio.

|| Narra Paige ||
Tras dejar a AC y al estúpido en casa de Nelly, Abby y yo hemos venido para que pueda instalarse en mi cuarto, aquí en casa de Tita.
- Tía, ¿te acuerdas de la que vino de Ohio? Esa parecía una mosquita muerta pero ahora se ha vuelto toda una prostituta de primera clase. - Escucho a mi amiga con atención soltando pequeñas carcajadas de vez en cuando mientras ella saca la ropa de su maleta rosa y la va guardando en el armario.
- Bueno, y ¿qué tal con Austin? Parece mono.
- No creas. - Le contesto eliminando de su mente cualquier pensamiento de que Austin es una buena persona.
- ¿No? ¿Y eso? - Pregunta dejando sus quehaceres y sentándose a mi lado.
- Pues que está siempre hablando de su mundo de famosos, le aguanto por Tita y Nelly pero en realidad quiero estrangularle. Es irritante, llegó aquí para molestar y se lo está tomando muy a buena gana. Pero...
- ¿Hay un pero? - Dice Abby sonriendo mucho.
- Si, hay un pero. Que de vez en cuando deja de ser Austin el famoso y empieza a hacer tonterías típicas de un niño de su edad, cuando está en ese plan me lo comía a besos. - Abby mira intrigada a lo que quiero seguir diciendo. - Pero cuando saca su lado oscuro, que es el 90% del tiempo, podría tirarle por las rocosas.
- Osea que tiene un lado oscuro que no te gusta nada, y si no lo tuviera, ¿tendrías algo con él? - Pregunta Abby.
- Eh, eh, he dicho que me lo comía a besos en el sentido de que... - Abby esboza una pequeña sonrisa divertida haciéndome ver lo que he dicho. - Dios, Abby, eres lo peor.
- Siempre puedes... Irte con Austin a su lado oscuro... - Dice Abby imitando el sonido de Darth Vader.
Y pasamos el resto de la mañana riendo y hablando de lo nuestro, siendo consciente de lo mucho que la he echado de menos.


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